Mis tertulias con los amigos.
5. El encuentro.
“Conforme avanzaba, sentía que se iban agarrotando todos mis miembros, dificultando mi caminar que en un inicio fue ligero, a causa quizá, de mi irreflexiva actuación que en estos momentos empezaba a constatar como tal. Me dirigía al Bauma, había quedado con ÉL, no me importa confesar que lo considero el mejor escritor europeo. España se le ha quedado corta. Naturalmente me refiero a mi admirado Enrique Vila-Matas.
Al llegar a la altura del Pº de Gracia, el tiempo cambió inexplicablemente de forma ostensible. Curiosamente apareció una, no diría que espesa niebla, pero sí de considerable densidad. Fenómeno extraño dónde los haya, pensé. Después caería en la cuenta de que me hallaba a tan sólo dos manzanas del Bauma, lugar en el que habíamos quedado, dos horas antes por teléfono, Vila-Matas y yo. Posiblemente más de uno se preguntará, porqué nos habíamos citado y además en el Bauma. Comprendo que surjan esas preguntas, pero a mi lo que me tenía preocupado era la niebla. Estaba resultando muy extraño. Más aún cuando en el resto de la ciudad reinaba un sol espléndido.
¿De qué hablaría con mi escritor favorito? Por descontado empezaría por su penúltimo libro “Dublinesca”, ya que acaba de aparecer “Perder teorías”. Cuando me vio, me recibió con la seriedad que le caracteriza y me dijo ya de entrada:
—Imagino que deseará preguntarme sobre “Dublinesca”.
—Entre otras cosas —respondí.
—Ya. Pero, es “Dublinesca” lo que le ha movido.
—¿Tanto se me nota? —dije sorprendido y descubriéndome.
—Mucho más que eso. ¿Acaso no ha cruzado esa niebla tan parecida a la de Dublín?, es a causa de sus intenciones que se ha producido. Pero no se preocupe, es normal, siempre sucede.
Quedé impresionado por sus palabras y lo asumido que lo tenía.”
Me detuve un instante. Levanté la pluma del papel. Y dibujé una leve sonrisa de complicidad. Quizá si me atreviese a escribir un libro que empezase así, quién sabe si no sería mi lanzamiento como escritor. Quizá incluso, pudiese aspirar al apadrinamiento de Vila-Matas, y fuese el principio de una gran amistad, rememorando el final de “Casablanca” y las palabras que Humphrey Bogart le dirige al comisario de policía francés. Quizá. Pero de momento será mejor dejarlo así, no fuese caso que desapareciese de mi vista, dada la afición que tiene el escritor, a desaparecer literariamente, tal como lo describe insistentemente en sus libros.
“Recordé lo que había estado pensando momentos antes, cuando había dejado de escribir y me dije que, si esto ocurriese ¿qué haría? Si me quedaba, de pronto, solo en la mesa del Bauma, frente a dos consumiciones. Me expondría a las preguntas del camarero sobre la desaparición del escritor. Porque allí lo conocen. Demostración de lo que digo es el video que rodaron en el local, del encuentro que tuvo él, con el también escritor, Enrique Díaz Álvarez y que se incluyó en el libro “Vila-Matas Portátil”. Portátil, ahora que lo pienso, yo también me sentía portador de algo, pero era tal mi estado de ansiedad que me impedía saber de qué se trataba exactamente, salvo las ganas que tenía de encontrarme con el escritor. Pero una vez lo tuviese frente a mi ¿de qué le hablaría?, esa era la gran incógnita, dado mi bloqueo mental. Algo así como si la niebla se hubiese introducido en mi cerebro. ¡Ahora sí! Ahora creo que he hallado un buen motivo para lanzarme a escribir sobre mi encuentro con Vila-Matas: Esa niebla que se había instalado en mi, me conducirá, aunque sea de la forma más absurda, al encuentro con alguien que de ser verdad, resultaría imposible que se realizase. Pero con esa niebla y sobre el papel, todo es posible. Porque crear es mentir. Y yo pienso seguir escribiendo, que el acto de escribir no es mentir, sino crear.”
Barcelona, un día a principios de septiembre de 2010
Rafael.
5. El encuentro.
“Conforme avanzaba, sentía que se iban agarrotando todos mis miembros, dificultando mi caminar que en un inicio fue ligero, a causa quizá, de mi irreflexiva actuación que en estos momentos empezaba a constatar como tal. Me dirigía al Bauma, había quedado con ÉL, no me importa confesar que lo considero el mejor escritor europeo. España se le ha quedado corta. Naturalmente me refiero a mi admirado Enrique Vila-Matas.
Al llegar a la altura del Pº de Gracia, el tiempo cambió inexplicablemente de forma ostensible. Curiosamente apareció una, no diría que espesa niebla, pero sí de considerable densidad. Fenómeno extraño dónde los haya, pensé. Después caería en la cuenta de que me hallaba a tan sólo dos manzanas del Bauma, lugar en el que habíamos quedado, dos horas antes por teléfono, Vila-Matas y yo. Posiblemente más de uno se preguntará, porqué nos habíamos citado y además en el Bauma. Comprendo que surjan esas preguntas, pero a mi lo que me tenía preocupado era la niebla. Estaba resultando muy extraño. Más aún cuando en el resto de la ciudad reinaba un sol espléndido.
¿De qué hablaría con mi escritor favorito? Por descontado empezaría por su penúltimo libro “Dublinesca”, ya que acaba de aparecer “Perder teorías”. Cuando me vio, me recibió con la seriedad que le caracteriza y me dijo ya de entrada:
—Imagino que deseará preguntarme sobre “Dublinesca”.
—Entre otras cosas —respondí.
—Ya. Pero, es “Dublinesca” lo que le ha movido.
—¿Tanto se me nota? —dije sorprendido y descubriéndome.
—Mucho más que eso. ¿Acaso no ha cruzado esa niebla tan parecida a la de Dublín?, es a causa de sus intenciones que se ha producido. Pero no se preocupe, es normal, siempre sucede.
Quedé impresionado por sus palabras y lo asumido que lo tenía.”
Me detuve un instante. Levanté la pluma del papel. Y dibujé una leve sonrisa de complicidad. Quizá si me atreviese a escribir un libro que empezase así, quién sabe si no sería mi lanzamiento como escritor. Quizá incluso, pudiese aspirar al apadrinamiento de Vila-Matas, y fuese el principio de una gran amistad, rememorando el final de “Casablanca” y las palabras que Humphrey Bogart le dirige al comisario de policía francés. Quizá. Pero de momento será mejor dejarlo así, no fuese caso que desapareciese de mi vista, dada la afición que tiene el escritor, a desaparecer literariamente, tal como lo describe insistentemente en sus libros.
“Recordé lo que había estado pensando momentos antes, cuando había dejado de escribir y me dije que, si esto ocurriese ¿qué haría? Si me quedaba, de pronto, solo en la mesa del Bauma, frente a dos consumiciones. Me expondría a las preguntas del camarero sobre la desaparición del escritor. Porque allí lo conocen. Demostración de lo que digo es el video que rodaron en el local, del encuentro que tuvo él, con el también escritor, Enrique Díaz Álvarez y que se incluyó en el libro “Vila-Matas Portátil”. Portátil, ahora que lo pienso, yo también me sentía portador de algo, pero era tal mi estado de ansiedad que me impedía saber de qué se trataba exactamente, salvo las ganas que tenía de encontrarme con el escritor. Pero una vez lo tuviese frente a mi ¿de qué le hablaría?, esa era la gran incógnita, dado mi bloqueo mental. Algo así como si la niebla se hubiese introducido en mi cerebro. ¡Ahora sí! Ahora creo que he hallado un buen motivo para lanzarme a escribir sobre mi encuentro con Vila-Matas: Esa niebla que se había instalado en mi, me conducirá, aunque sea de la forma más absurda, al encuentro con alguien que de ser verdad, resultaría imposible que se realizase. Pero con esa niebla y sobre el papel, todo es posible. Porque crear es mentir. Y yo pienso seguir escribiendo, que el acto de escribir no es mentir, sino crear.”
Barcelona, un día a principios de septiembre de 2010
Rafael.
Vila-Matas i la boira de Dublín en el "Dublinesca", crec que en el Bauma o allí on sigui, un dia ho faràs realitat.
ResponEliminaEstic ara mateix llegint el llibre que em vas deixar de Vila-Matas,"El mal de Montano" i comprenc clarament la teva passió per ell, el protagonista sols viu per la literatura.
ResponEliminaSegueix, segueix. Per favor!
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