dimecres, 22 de setembre del 2010


17. La revolución del cine musical
(“On the town”)


Apareció de la mano de Gene Kelly y Stanley Donen en 1949. Su nombre “On the town” (Un día en Nueva York). Este film supondría el cambio. El que marcaría la pauta del cine musical de los años siguientes, tal como apuntaba Terenci Moix, en uno de sus libros dedicado a Hollywood. Kelly, Sinatra y Munshin, tres marineros que desean disfrutar de su día de permiso, en la ciudad de los rascacielos. Betty Garrett, Vera Ellen y Ann Millar, les dan la réplica.
La gran novedad de “Un día en Nueva York” reside en la idea que tuvieron sus realizadores de sacar las cámaras por las calles de Manhattan, lo que dio una gran frescura al musical. A Donen siempre ha sabido moverse muy bien en exteriores. Y hasta aquel momento, nunca se hizo tal cosa. Y el triunfo fue considerable, por innovador. Gene Kelly bailó en lo alto del Empire State Building. Como se dijo entonces, estaba en el techo del mundo. La contribución de Gene Kelly al musical americano es de una considerable importancia, aunque siempre surgieran las odiosas comparaciones con Fred Astaire. Su dedicación y la amistad que surgió desde un inicio, en el mundo del teatro, con Stanley Donen, creó un excelente dúo creativo y entusiasta del musical cinematográfico. Fueron dos de los grandes de MGM.
La experiencia de rodar un musical por las calles de New York, volvería a repetirse, con gran acierto, en “West Side Store” en 1961, curiosamente su éxito corresponde a la danza, gracias el trabajo de Jerome Robbins, autor de su coreografía, tanto en su obra teatral como cinematográfica, muy superior a las canciones y a la direccion de Robert Wise que se limitó a montar, bajo las indicaciones de Robbins.
Kelly y Donen se adelantaron a su tiempo. “Un día en Nueva York” (On the town) fue un musical de Broadway, de gran éxito, pero salvo el esquema general y algunas situaciones, el film poco tuvo que ver con la pieza teatral. Incluso a la música original de Leonard Berstein se le añadieron composiciones de Roger Edens. Pero lo cierto es que el excelente guión de Betty Comden y Adolph Green, logra que las escenas habladas y los números musicales, se alíen sin solución de continuidad. Nunca se había logrado tan perfecto ensamblaje. Con este film MGM se renovaba.

Rafael Septiembre 2010

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