diumenge, 1 d’agost del 2010

Mis tertulias con los amigos.

1. En la Librería Laie.


En realidad fue algo más que una simple tertulia, lo que tuvimos en Laia, aunque también lo fue. La conversación, con ella, siempre es mucho más que una tertulia. Empezando porque siempre que nos reunimos, es para comentar y corregir mi último trabajo. Textos que ella supervisa.
Esta vez se trataba de comentar el inicio de mi nueva novela: “Siwa”. La novela que ella me pidió, ahora hace algo más de un año, que dejase en el cajón y que me dedicase a la que ahora he terminado bajo su tutela: “La alumna”. Un proyecto pues, largamente esperado, puesto que ya entonces, cuando ella me dijo de aplazarlo, yo ya lo había comenzado. Y sobre el que, durante mucho tiempo, estuve acumulando información de los temas que inciden en esta novela, como es el caso Stavinsky y los judíos, la II Guerra Mundial y la Resistencia, el Oráculo de Amón y Alejandro Magno, Egipto, y la problemática de la protagonista que siendo hija de una familia judía, de clase media alta, no quiere ser judía. Cuando me pidió que lo dejase para más adelante, me cogió por sorpresa y acepté a regañadientes. Hoy me alegro de esta decisión. Estoy más preparado para acometer esa tarea, al menos eso pienso. Es una historia muy compleja y que si no se lleva bien, puede acabar siendo un vulgar “best seller”, ahora me doy cuenta de los temores que le asaltaron a ella entonces.
Laie, es un espacio acogedor, lugar de encuentros literarios, presentación de libros, conferencias o simplemente un lugar de reunión de amigos donde charlar cómodamente. Parte de su sala se destina a restaurante cuando llega la hora de comer o cenar. Y bajo ese local está la librería, en la que siempre se encuentra aquel libro que buscabas o que de pronto aparece algo que llama tu atención. Eso de remover estanterías de una librería es una actividad peligrosa a veces, pero difícil de contener.
Seguimos hablando. Seguimos comentando lo hecho hasta ahora. Y de cara a mi próximo “Siwa”, ha tenido la gentileza de traerme dos libros para que me vaya ambientando: “Justine” (de El cuarteto de Alejandría”) de L. Durrell y “Miramar” de N. Mahfuz. Le explico que de Mahfuz, conozco su novela “El callejón de los milagros”, que además he visto su obra llevada al cine por los egipcios (en tres partes), hablada en árabe y sin subtítulos, y que también he visto la adaptación que hizo el mejicano Jorge Fons en 1995. He comenzado “Justine”. Me detengo, entre muchos otros momentos, en aquel que dice: “…las personas reales sólo pueden existir en la imaginación de un artista dotado de fuerza suficiente para retenerlas y darles forma. (La vida, materia prima, sólo es vivida in potentia hasta que el artista la despliega en su obra. Ojalá pudiera yo ser capaz de este acto de amor con la pobre Justine)” Eso quisiera yo para mi obra. Después, más adelante dice: “Mi libro quedaría en libertad de soñar”, que maravilla si yo consiguiese eso. Se lo hubiese comentado a ella, si lo hubiese sabido antes. En todo caso, la tengo frente a mi, abierta a todo tipo de ayuda y eso me reconforta.

Rafael. Barcelona 3 de junio de 2010 a las seis treinta de la tarde.

1 comentari:

  1. SIWA, fa temps que en parles, ara que ti poses de ple et desitjo una ment lúcida per escriure-la i que nosaltres poguem gaudir-ne algun dia llegint-la.

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