Ahora sólo se alimenta de ricachones, la muy víbora. En Sri Lanka, donde nació, todos sus congéneres se habían alimentado siempre de nativos. A lo sumo, algún misionero - flacos en carnes, como es sabido - e incluso una vez un epidemiólogo. La cobra que se lo tragó fue muy agasajada y valorada por el resto de serpientes venenosas, batracios de saliva tóxica y mosquitos asesinos, ya que les libró de un enemigo potencial.
Pero desde que aquella isla se puso de moda como destino turístico, nuestra amiga había hallado el filón.
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