El silencio de la nieve
La soledad, eso es lo que emerge de esos cuadros dominados por el vacío. Y con ella el silencio. El mismo silencio que sentimos en mitad de un paisaje nevado. La nieve crea ese fenómeno, impone el silencio y lo esparce por allí donde se extiende. Al igual que ocurre con la soledad de esos cuadros. Y muestra una belleza triste. Una belleza extraña. Tan extraña que nos produce, a su vez, un extraño sentimiento cuando la contemplamos, en mitad de aquel curioso silencio. En definitiva, se impone una sensación de espacio abierto que no contiene puerta alguna que nos permita salir de allí. Esa soledad, ese silencio, no tiene un límite concreto. Simplemente está allí. Y nos tiene atrapados, hasta que dejemos de mirar y nos alejemos de ellos.
Rafael R.B. enero 2011
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