Bueno, está visto que no os interesa el erotismo o no leéis mis e-mails. (luego no me digas que no avisé Mª Dolors). No sé si recordáis que a principios de mes avisé de una serie de actividades en el Picasso a causa de la exposición sobre postales eróticas japonesas. Allí anunciaba que por el módico precio de 3 euros hoy a las 19,30 contarían cuentos eróticos japoneses.
Pues bien, como siempre ocurre en estos casos, en un reducido espacio para unas cincuenta personas, lleno hasta los topes, sólo estábamos presentes allí, siete hombres, el resto todo mujeres entre los 18 y 40 años, vamos demostrando que les va la marcha. Hemos reído mucho. Un cuentista japonés, vestido con el típico kimono, de color azul y con mucha pluma, pluma japonesa por descontado, nos ha contado de forma muy divertida y simpática, con mucho sentido del humor y finura, unos cuentos habitados por hermosas mujeres: submarinistas, princesas, emperatrices y prostitutas, con vulvas aromatizadas con los más exóticos perfumes, seduciendo a poderosos, emperadores, militares, ricos y pescadores. Y demostrando que los hombres ante el encanto de sus bellezas se vuelven tontos. Monstruos marinos que las devoran, enormes pulpos que succionan los labios de sus sexos con la forma de la flor del cerezo de ocho pétalos. Señores/as ¡que maravilla de cuentos!
Esa leyenda del pulpo la encontraréis en el catálogo de la exposición.
Ah, y para terminar nos han regalado una invitación para visitar la exposición, de nuevo los que ya la han visto y los que no, para que la conozcan.
Pues bien, como siempre ocurre en estos casos, en un reducido espacio para unas cincuenta personas, lleno hasta los topes, sólo estábamos presentes allí, siete hombres, el resto todo mujeres entre los 18 y 40 años, vamos demostrando que les va la marcha. Hemos reído mucho. Un cuentista japonés, vestido con el típico kimono, de color azul y con mucha pluma, pluma japonesa por descontado, nos ha contado de forma muy divertida y simpática, con mucho sentido del humor y finura, unos cuentos habitados por hermosas mujeres: submarinistas, princesas, emperatrices y prostitutas, con vulvas aromatizadas con los más exóticos perfumes, seduciendo a poderosos, emperadores, militares, ricos y pescadores. Y demostrando que los hombres ante el encanto de sus bellezas se vuelven tontos. Monstruos marinos que las devoran, enormes pulpos que succionan los labios de sus sexos con la forma de la flor del cerezo de ocho pétalos. Señores/as ¡que maravilla de cuentos!
Esa leyenda del pulpo la encontraréis en el catálogo de la exposición.
Ah, y para terminar nos han regalado una invitación para visitar la exposición, de nuevo los que ya la han visto y los que no, para que la conozcan.
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