Sesión en el Aribau
El otro día fui a ver “Mientras duermes” de Jaume Balagueró. Me habían hablado bien de ella. Sí, está bien, pero solo es un film correcto, sin más. Para mi le falta suspense, precisamente lo que tanto anuncia la publicidad. Pero no te lo pasas mal. Otra cosa: escogí el cine Aribau para verla. Esperé a que saliera Susi de la Universidad y solo tuvimos que cruzar la calle y ¡zas!, estábamos dentro la sala ¡y qué sala! Era la sala de siempre, la de antes. Espaciosa, bien conservada (solo faltaban las cortinas de tul blanco). Hacía años que no pisaba el Aribau, desde que solo veo versión original, y después de la foto que puso Mª Dolors, del panel decorativo, quería comprobar que aún existía. Y por suerte aún existe. Al salir se lo dije al encargado.
—Da gusto pisar una sala como las de antes. No la destrocen consérvenla —le dije.
—Ésta nunca se tocará. El señor Balañá no lo permite.
—¿Y todavía tienen los proyectores de 70 mm?
—¿Cómo sabe que tenemos esos proyectores?
—Bueno, no lo sé, por eso lo pregunto. Antes los tenían. Se estrenaron con la sala para la proyección de West Side Story.
—Es cierto. Sí, aún siguen ahí. Y bien conservados además. Solo que ahora por desgracia no se pueden utilizar porque ya no se producen películas de 70 mm todo es en 35 mm.
—Sí claro, todo es Panavisión, que ha venido a ser la unificación de todos los formatos anteriores. En eso hemos perdido.
—Por descontado. Veo que es usted un aficionado de los de antes.
—Sí y quizá por eso me ha emocionado redescubrir la sala. Ya solo quedan esta y el Urgel.
—También queda el Club Coliseum. En los tres tenemos los proyectores de 70 mm El resto todo son multisalas. El cine ya no es negocio. Las multisalas han intentado recuperar público. Hoy mismo eran unos 30 espectadores. Si tienes multisalas puede sumar 30 + 30 +30…
—Entiendo. Ya se van viendo las cifras de espectadores que cada año van disminuyendo.
—Sí pero no crea, tampoco han disminuido tanto, teniendo en cuenta que hay el dvd, internet, la tv. En realidad las multisalas han terminado por destrozar el mercado, hay demasiadas.
—En todo caso no se deshagan de estas tres que tienen. Y conserven las decoraciones de Bonamusa.
—Ah! ¿También sabe esto? Es una satisfacción enterarse que hay público que lo valora. Muchas gracias.
—No hay de qué. Gracias a ustedes por conservar las cosas, algo no muy común en nuestra sociedad. Buenas noches. (eran las diez de la noche cuando terminó la sesión que había empezado a las 20,20 horas) y nos fuimos a casa.
Rafael.