Carver lo contó: dijo que deseaba escribir, escribir lo que fuera, cualquier cosa que requiera juntar palabras, decía. Yo digo lo mismo. Quiero escribir, escribir, escribir.
Y también decía: quiero crear algo coherente e interesante para alguien aparte de mi mismo. Pero a la vez sentía que para llegar a ser escritor tenía que estudiar. Yo pienso igual que él: Tengo que estudiar.
Y se matriculó. Yo también. Él en un curso que se llamaba Escritura Creativa 101. Yo en uno de Técnica Narrativa. El suyo era un profesor que también era escritor llamado John Gardner. El mío se llama Pau.
Más adelante, Carver explica que: el profesor les pidió que escribieran un cuento de entre diez y quince páginas. Pero lo malo era que podía llegar a revisarse hasta diez veces durante el curso semestral. Que su principio básico era: “que el escritor encontraba lo que quería decir en el continuo proceso de ver lo que había dicho”. Creía en la revisión, la revisión interminable. Me he dicho: ¡¡que horror, la que se me espera!! y me ha entrado pánico. He dejado el texto de Carver y he buscado algo más animado que no me quite las ganas de ser escritor. Y me he puesto a leer algo sobre Dorithy Parker. Ella escribió una vez que: lo suyo era tomarse un Martini, dos como mucho. Después del tercero, ya estaba debajo de la mesa y al cuarto… debajo del anfitrión. Así arañaba los buenos hábitos de la burguesía de entonces. Esto me ha gustado más. En mi caso, ignoro no obstante, si estaré debajo o encima. ¿Es esa la vida del escritor? ¿Ser escritor significa que se es un esposo/a infiel y un amante solícito/a, como dijo la Parker? Sigue gustándome la idea de ser escritor, cada vez más. Parker, sentía gran amor por New York, Vila-Matas y Hemingway, por París, R.L. Stevenson, por Londres. ¿Curioso no? ¡Exactamente igual que yo! De modo que ya sólo me queda por decidir, en que hotel he de morir: por suicidio, de una borrachera o de muerte natural. Tanto da, lo importante es tener decidido un hotel, si de verdad eres escritor: el Chelsea, el Algonquin, el Gramercy Park, el Plaza, el Albergo Roma. Todos acogieron a grandes escritores.
Rafael Rodríguez-Bella 15 Diciembre 2009
Y también decía: quiero crear algo coherente e interesante para alguien aparte de mi mismo. Pero a la vez sentía que para llegar a ser escritor tenía que estudiar. Yo pienso igual que él: Tengo que estudiar.
Y se matriculó. Yo también. Él en un curso que se llamaba Escritura Creativa 101. Yo en uno de Técnica Narrativa. El suyo era un profesor que también era escritor llamado John Gardner. El mío se llama Pau.
Más adelante, Carver explica que: el profesor les pidió que escribieran un cuento de entre diez y quince páginas. Pero lo malo era que podía llegar a revisarse hasta diez veces durante el curso semestral. Que su principio básico era: “que el escritor encontraba lo que quería decir en el continuo proceso de ver lo que había dicho”. Creía en la revisión, la revisión interminable. Me he dicho: ¡¡que horror, la que se me espera!! y me ha entrado pánico. He dejado el texto de Carver y he buscado algo más animado que no me quite las ganas de ser escritor. Y me he puesto a leer algo sobre Dorithy Parker. Ella escribió una vez que: lo suyo era tomarse un Martini, dos como mucho. Después del tercero, ya estaba debajo de la mesa y al cuarto… debajo del anfitrión. Así arañaba los buenos hábitos de la burguesía de entonces. Esto me ha gustado más. En mi caso, ignoro no obstante, si estaré debajo o encima. ¿Es esa la vida del escritor? ¿Ser escritor significa que se es un esposo/a infiel y un amante solícito/a, como dijo la Parker? Sigue gustándome la idea de ser escritor, cada vez más. Parker, sentía gran amor por New York, Vila-Matas y Hemingway, por París, R.L. Stevenson, por Londres. ¿Curioso no? ¡Exactamente igual que yo! De modo que ya sólo me queda por decidir, en que hotel he de morir: por suicidio, de una borrachera o de muerte natural. Tanto da, lo importante es tener decidido un hotel, si de verdad eres escritor: el Chelsea, el Algonquin, el Gramercy Park, el Plaza, el Albergo Roma. Todos acogieron a grandes escritores.
Rafael Rodríguez-Bella 15 Diciembre 2009
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