La historia de El Coyote perdido
Es una cuestión por la que pasamos todos, nadie se escapa. En un momento u otro cometemos ese desdichado acto de desprendernos de un objeto querido, que habíamos guardado toda la vida y de repente se nos cruzan los cables y lo tiramos a la basura, lo rompemos, lo quemamos, en definitiva nos desprendemos de él. Y después nos pasamos el resto de nuestras vidas maldiciendo nuestra torpe acción. Cuando me casé y marché de casa de mis padres, allí quedaron muchas de mis cosas. Mi madre continuamente me decía que porqué no me lo llevaba todo de una vez. Ese todo, eran mis colecciones de tebeos y programas de cine. Los programas había más posibilidad de encontrarles sitio en el nuevo hogar, pero los tebeos…
Diré que tenía la colección completa de La Risa, Tío Vivo y El Coyote, después habían números sueltos de diversas colecciones. Bien pues, harto de que me dieran la lata, un día cogí todos los tebeos y los tire. Toda mi vida he lamentado este desgraciado hecho. Sobre todo por El Coyote. El Coyote era una revista que contenía varias historietas que continuaban semana tras semana. La portada y las páginas centrales eran para el personaje de El Coyote, pero a mi las que más me interesaban eran las de Duncan Foster. Era un personaje que residía en África, era cazador y guía. Algo parecido al Quatermans de las Minas del Rey Salomón, pero si me interesaba tanto era porque su físico era el de Gary Cooper, ella su eterna novia, era Jane Greer, y el malo de turno, un cazador déspota, tenía el físico de Robert Douglas. Habían personajes secundarios que tenían rostros de otros artistas de cine. Era un dibujo muy realista y de una calidad extraordinaria. Además se dio la circunstancia, me enteré con los años que su dibujante José Larraz, al que seguía con devoción, fue con los años director de cine. Se cansó de trabajar en España por lo mal que pagaban y se fue a Londres a trabajar para una editorial. Trabajó durante un tiempo haciendo storyboards para cine y así fue como terminó dirigiendo películas. De todo esto me enteré con la llegada del cine llamado “del destape”: José Larraz apareció de pronto en nuestra cinematografía con películas de este tipo, procedente de Londres, con actrices como Agatha Lys, Nadiuska, etc. Y a partir de ahí se publicó su biografía. Era el Larraz que yo tanto admiré en la época de El Coyote.
Años después, mucho antes de la llegada del euro, un domingo por mañana, en los encantes del Mercado de San Antonio, descubrí una parada que tenían a la venta la colección completa de El Coyote, pedían 300.000,-- pesetas por ella. Si la llego a comprar, ganas no me faltaban, me sacan de casa seguro, alegando que me habría vuelto loco. Esa es mi historia de una colección que vaya usted a saber a dónde fue a parar, ¿quizá podría ser la que me ofrecían aquel domingo?
Tal com dius a tots ens ha passat desprendre'ns de coses, de records, que lamentem tota la vida. Jo també tenía si no tots molts dels còmics de DIEGO VALOR i es van quedar a casa de la mare. Ara, quan hem buidat el pis, no hi eren, clar. Fa uns anys a la llibreria ANTIFAX de Gràcia els vaig tornar a comprar (ni els originals ni tots) i vaig llegir el primer (el que em sé de memòria). Ja no era el mateix i li vaig regalar a un veí que poc després va marxar i ja no he sapigut més déll. ¡Qué cosas!
ResponEliminaJo tinc (encara alguns) cosins alemanys més grans que jo. Quan la guerra mundial van haver d'anar-hi i un d'ells, abans de marxar, em va regalar la col·lecció complerta d'El hombre enmascarado que vaig llegir amb fruició durant uns mesos. Un dia, un mal dia, li vaig deixar a un nen que vivia a la casa del costat i els molt ... es van canviar mentre erem de vacances. Mai més els vaig tornar a veure, és clar. Potser la vida està feta més de frustracions que de fets feliços?
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