EL GUERRERO DEL ANTIFAZ
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Insisto, con el paso del tiempo y habiendo conocido la vida que llevó Manuel Gago, ¿cómo debo valorar El Guerrero del Antifaz? Reproduzco un fragmento del estudio llevado a cabo por Agustín Riera Torres:
“Un muchacho de 11 años era Manuel Gago, cuando estalló la guerra civil española, la peor experiencia que puede conocer un niño de tierna edad. La fratricida e inhumana guerra civil dejó su huella indeleble en el país y en sus habitantes.
El horror no se puede borrar con una varita mágica. Está ahí, presente, aunque se hagan todos los esfuerzos por olvidar y se rechace con todas las fuerzas que uno posee. En las profundidades del ser humano quedan latentes los estigmas de la barbarie que necesitan un exorcismo artístico. En el caso del artista, ese exorcismo será su obra, en particular El Guerrero, canto humano, a la vez individual, patriótico y universal.
Cuando se apagó el fuego de la batalla y se ensordeció el fragor de las armas, cuando dejó de cabalgar el jinete de la muerte y se secaron los ríos de sangre, vinieron las secuelas inevitables del crimen: la posguerra con su represión política y religiosa, el hambre y la miseria, las privaciones y la enfermedad, la frustración y la ilusión del futuro (incluso la falsa lealtad).
Aquel muchachito tenía a su padre en la cárcel por haber estado en zona roja, lo que aumentó las dificultades financieras y afectivas de la familia. Sueños nocturnos donde se manifiesta el inconsciente. Sueños diurnos donde la imaginación trata de escapar de la dura realidad, deseando enterrar las miserias, privaciones, injusticias, temores... y el espectro de la muerte cerniéndose por doquier. En el lecho de un hospital de Albacete, el jovencito luchó a muerte, como uno de esos colosos que tan bien sabía dibujar. Allí dibujaba. Allí soñaba y quizás allí empezó a germinar la idea del Guerrero. Surgido de un sueño o de una serie de sueños, quizás, incluso, de una pesadilla, el personaje que lucharía eternamente, sin jamás encontrar la felicidad, empezó a cobrar forma, fruto del fondo del ser del dibujante, obsesionado por la muerte, amante de la vida, de su tierra, del ser humano”.
Regresemos al protagonista del cómic: “La niñez del Guerrero fue el calvario de una madre. Aquella mujer, virtuosa y hermosa, enamorada y fiel a su esposo, profundamente cristiana, es raptada por el invasor moro Ali Kan en los primeros días de su preñez. Violada y convertida en la favorita del reyezuelo moro, tiene que llevar su calvario durante veinte largos años. Su única alegría es su hijo, el fruto de su amor por el conde de Roca”.
“La madre de Adolfo (así se llama en realidad el Guerrero) representa bien a todas esas madres españolas que sufrieron el martirio de la guerra y cuya alma se desgarraba al ver a sus hijos destruyéndose en el enfrentamiento fratricida. La guerra fue una violación continua de aquellas madres. Y, como ellas, fue capaz de aguantar tanta penalidad y tanto sufrimiento, con la esperanza puesta en aquel que llevaba su sangre”.
Endavant cada dia espero el que ens diràs.
ResponEliminaJo també perquè estem aprenent molt! I les tevesw cròniques croates, Ma. Teresa?
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