Fotografiar
Leyendo
una entrevista en "La Contra" a Michel Gondry donde éste se preguntaba: “¿Pero quién tiene
tiempo hoy para ver todas las fotos que puede hacer? Se refería a que hoy se
hacen fotos por hacer y que éste es el placer: y solo las miran una vez justo
después de haberlas tomado, porque sencillamente estos fotógrafos compulsivos
ni tienen ni tendrán suficiente tiempo para volverlas a mirar. Esto es lo que
sucede: que es todo lo opuesto al modo en que nació la fotografía, comentaba
Gondry. Antes se tardaba horas en preparar y tomar una foto y esto hacía que se
tuviera tiempo para verla. Y la veías tanto como querías. Eran tiempos de
contemplación. Así es cómo se saborea una imagen y digo bien, utilizando la
palabra saborear, porque te recreabas en la observación del trabajo hecho. Y
ahí existe ese “otro” significado más que tiene la fotografía.
Hacer
fotografías es preparar la máquina (porque previamente existe la necesidad de
querer hacer una o varias fotos), después le sigue el tiempo de la búsqueda o el
transcurrir del tiempo, a la espera de hallar el tema y capturarlo.
Antes
debías esperar, para ver el resultado obtenido, hoy se obtiene de inmediato. Y
es entonces cuando llega ese “otro tiempo” del que hablaba: la contemplación de
lo hecho: la hora de sacar conclusiones, de enjuiciar el trabajo que se hizo,
de recuperar un espacio, un tiempo, revivir una sensación, un recuerdo. Te das
cuenta, y si lo haces, quedas sorprendido, de que has capturado, inmovilizado,
un instante que era fugaz y tu lo has detenido. Que tienes en tus manos, un
trozo de “algo”: una vida, una época, un instante, que te has apropiado de
“algo” que de no ser por ti, nadie se hubiera fijado en ello. “Algo”, que a
nadie le importaba, salvo a ti. Ésa es la importancia de la fotografía.
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