ROBERT
DELAUNAY
“Rythmes
Sans Fin”
Una, muy buena exposición, que muestra
una desbordante modernidad: el arte mural, en los años 1930, en la Exposition
Internationale de 1937 y la colaboración de Robert Delaunay en el “Palais des
chemins de fer” y el “Palais de l’aire”.
Los diseños
del artista francés que revolucionaron la pintura de murales. La exposición
comenzaba con la exhibición del magnífico autorretrato de Delaunay, pintado
durante el invierno de 1905-1906. Un autor que transitó del impresionismo a la
abstracción. Autor, que aunque parezca mentira, ha sido poco expuesto, incluso
en Francia, su propio país, lo hace ahora en el George Pompidou de París. Y lo
hace con una sorprendente obra, muy poco conocida: la de los murales diseñados
para el Palacio del Ferrocarril y el Palacio del Aire, pudiéndose ver los
bocetos, maquetas, fotos, pinturas originales y los carteles que se hicieron
para la celebración de aquel momento, así como diversos documentos: planos de
los arquitectos, papeles oficiales, nóminas, mapas, órdenes del Gobierno y del
Ayuntamiento de París.
La demostración y el reencuentro de una
obra, de gran sensibilidad moderna, en aquellos años 30. Pero había más,
mucho más que la agitación o explosión cromática. En aquellas salas, se
mostraba y demostraba la energía creativa de un genio renovador del arte. Y el
espectador quedaba absorbido, por las formas circulares de su pintura,
inspiradas en teorías astrales y el movimiento de las hélices.
Siempre
me gustaron las pinturas de Robert Delaunay, como también, las de su mujer
Sonia (aun recuerdo la estupenda exposición que de ellos, se hizo en La
Pedrera), pero desconocía su ingente obra realizada en estos dos pabellones de
1930.
Y no solo la hemos conocido ahora, sino
que hemos podido valorar su gran importancia y el esfuerzo titánico llevado a
cabo, gracias a filmaciones y fotografías que se exhibían, donde se le podía
ver al artista, trabajando al pie de la obra, bocetando y pintando, encaramado
en escaleras y tablones, junto a decenas de trabajadores que seguían sus
instrucciones. Y a la vista de aquel impresionante trabajo, uno no podía por
menos, que preguntarse, cómo era posible que todo aquel esfuerzo y creatividad,
fuese para una obra efímera. ¡Qué desaparecería, una vez concluida la
Exposición Internacional! Y quedarían solitarias la Tour Eiffel, el Champ de
Mars y las fuentes que ascienden al Trocadero. Lo que daríamos hoy por poderlos
visitar. Aunque, parte de ello esté exponiéndose ahora en el Pompidou.
Delaunay trabajando en la maqueta del Palacio del Ferrocarril
Os dejo algunas fotos más, de las que hice,
para deleite de los amantes de los Delaunay, que sé que son muchos más de los
que muchos piensan.
Jo la primera!
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