dimarts, 19 de juliol del 2011

EL CUENTO DEL VERANO

Era un pasillo demasiado estrecho

Esperaba salir de su habitación cuando oía que ella salía de la suya. Ella marchaba a media mañana y regresaba a altas horas de la noche. Él no entraba a trabajar hasta la tarde. Tenía el turno de tarde-noche en un periódico de mala muerte de aquella ciudad. Preparaba las planchas, las montaba en la rotativa y debía desmontarlas una vez terminado el tiraje, justo cuando salían las furgonetas al reparto. Entonces regresaba a la pensión. Se detenía en la esquina, junto al buzón de correos y esperaba a que ella llegase. Siempre regresaba en taxi. Alguna vez, pocas, alguien la acompañaba en coche. Desde el primer día imaginó cuál era su oficio. Pero jamás le dirigió la palabra, no por nada, solo por timidez. Lo cierto era que aquella mujer le gustaba. Soñaba con ella cada noche. Por la mañana, se cruzaban por el pasillo, él salía el primero de su habitación, se detenía y le cedía el paso en aquel estrecho pasillo, se rozaban, se miraban, ella parecía querer detenerse, pero seguía, dado el obstinado silencio del muchacho, con la vista baja. Una vez ella había pasado, miraba fugazmente su habitación porque la puerta quedaba entornada. Observaba la cama deshecha, las sábanas revueltas. Y se decía para sí: esa mujer tiene el sueño inquieto. ¿Qué sueños tendrá por las noches? Después, en el comedor, seguía mirándola pero furtivamente, no quería que nadie descubriese que era su oscuro objeto del deseo. Se sentaba frente a ella, en el otro extremo de la mesa. Sentía algo obsesivo, algo como le sucedía a James Stewart en Vértigo y creía ver en ella a Kim Novak. Por eso cada vez que se cruzaban en el pasillo, la luz adquiría una aureola de tono verdoso. Y más de una vez se había preguntado, cómo le sentaría a ella, un traje chaqueta como el de la Novak. Después del desayuno, él esperaba a que todos marchasen. Siempre era el último en salir de la sala comedor. Se tumbaba en la cama y leía el periódico. Alguna vez salía a dar una vuelta antes de comer. Después la rutina diaria del trabajo. Pero aquella noche decidió que tenía que averiguar de dónde venía ella. Cambió su puesto de observación. Lo adelantó una travesía. A la noche siguiente hizo otro tanto. A la tercera ella llegó en taxi. Una noche perdida, se dijo. Pero a la siguiente funcionó. Una semana después sabía de dónde venía su Kim Novak particular. Se imaginó como James Stewart, siguiéndola, pero como si fuese dando marcha atrás. El luminoso de la puerta no dejaba lugar a dudas. Era el Scothys Ness Club. Ahora ya lo sabía. Regresó a la pensión. Esta vez no la esperó verla llegar. Se metió en la cama, aún a sabiendas de que no pegaría ojo en toda la noche. Sus ojos abiertos tenía el brillo y color del luminoso. Por la mañana no apareció a desayunar. Oyó que ella preguntaba a la dueña de la pensión por su ausencia. Se habrá dormido, le contestó. Aquella noche de insomnio le sirvió para decidir que al salir del periódico iría al Scothys Ness Club.
Se armó de valentía y entró. Un denso olor a tabaco y alcohol, mezclado con perfumes de todo tipo, le dio en el rostro. Echó un vistazo a la sala, hasta dar con ella al otro lado de la barra, sirviendo bebidas a los clientes. Se acerco despacio. Y aprovechó un hueco para colocarse junto a la barra. Aún no había sido visto. Esperó nervioso a que llegase el momento. Apareció una muchacha y dirigiéndose a ella le dijo: llegó el relevo. Gracias cariño contestó ella, tengo los pies destrozados. Buenas noches. Y salió de la barra dirección a la puerta. Al llegar allí retrocedió y dijo algo a su compañera desde el lado de la barra de los clientes, golpeando la copa que tenía él en la mano. Se giró para pedir disculpas. ¿Tú por aquí? ¿Cómo es eso? Vine a saludarte, dijo él tímidamente. Vaya por dios. ¿Y por qué no lo haces cada mañana cuando nos cruzamos en el pasillo? Quizá sea el pasillo tan estrecho que me cohíbe. Vamos que le temes a las distancias cortas, ¿no es eso? No te burles te lo ruego. Descuida, no es mi intención. ¿Por qué no nos sentamos un rato?, tengo los pies molidos. Era justo lo que él estaba deseando. Sí, cómo no, le dijo atropelladamente. ¿Quieres tomar algo?, le propuso él. No, ahora no. Dime, ¿cómo es que has venido aquí? ¿Cómo sabías dónde trabajaba? ¿Me has estado espiando? Entonces vio como la miraba con ojos de cordero degollado. Ya, la maldita curiosidad de malsana de los hombres. Tenéis una imaginación que os desborda, y morbo, mucho morbo. ¿No es eso? Es una lástima. Él seguía mudo. Ella dejó de hablar sabía que si lo hacía lo destruía. Y tras unos segundos le dijo que ella se iba a dormir, ¿tú qué haces? ¿Te quedas? En aquellos instantes era la viva imagen del caballero derrotado por el dragón. Ella se levantó y caminó hacia la puerta sin esperarlo. Él la siguió. ¡Espera yo también vengo! Pero su voz ya no le llegó, ella ya estaba fuera del local. Sus pasos resonaban en la calle. Llamó un taxi, subió en él y dejó la puerta abierta. El taxista esperó paciente a que él llegase. FIN Rafael Rodríguez-Bella julio 2011

6 comentaris:

  1. Contenta de "recuperar" al nostre amic.

    M'ha agradat el conte, quan li poses "cara" als personatges resulta molt encertat.El titol està aconseguit. Sort que acaba bé, tenia por que fós d'aquells tràgics que vas fer una temporada.

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  2. Siento contradecirte Malole, pero no acaba bien. Queda demostrado que él es un pobre desgraciado. Ya no tendrá posibilidades de conseguir su objeto del deseo. ¿No crees que eso es trágico?

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  3. On ne sait jamais...! (jo soc més positiva)

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  4. De bé res de res, ella sola al taxi i ell seguirà mirant-la des del racó del menjador. Sembla que la Mª Dolors li dóna una altra oportunitat, que hi diu l'autor?
    Benvingut novament al bloc.

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  5. L'autor diu: que ella es una dona experimentada, dura, pero també desebuda per la actitud d'aquest noi que es troba cada dia al corredor de la pensió, i a causa de la seba actitud mai la tindrà. Queda clar quant ella li parla sobre la seba curiositat malsana y el morbo. Es tota una declaració de decepció.

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  6. Ai, ai, ai, que el meu optimisme natural m'ha traït. Havia entés que ell acabava ficant-se en el taxi d'ella. Ara veig que no però... vols dir que ell no acabarà reaccionant? Hi ha segones, terceres i més oportunitats. Cal estar atent. Potser ell tindrà alguna altra ocasió i no serà tan paradet.

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