"Pasos en el Picasso de París"
Foto RRB
CAMINAR
Y SENTIR
No hubo nunca ciudad que arropara
tanto al arte como París. ¿Cómo podía pues, no caminar y sentir que mis pasos iban
seguros sobre sí mismos?, con la confianza que les da el saber que el
pensamiento, aquí, más que en ningún otro lugar, es libre y que ninguna
religión lo coartará, puesto que aquí las creencias religiosas no tienen razón
de ser. Esa es la gran belleza y armonía de esta hermosa ciudad, de sus calles,
de sus rincones. Por eso, ha retenido y ha dado tan grandes pintores, escultores,
escritores, cineastas, fotógrafos, artistas, creadores en definitiva. La no
existencia de religión alguna que domine su sociedad, da hombres y mujeres
libres, de pensamiento abierto, sin corsés que los ahoguen. Así surge la obra,
de sus manos y mentes, pura, con toda la fuerza del creador cuya mirada lo
alcanza todo de forma limpia, ignorante como está del pecado de la fe que todo
lo deforma. El ser humano, cuando está libre de toda creencia, puede llegar a
crear el arte más sublime de la tierra, solo necesita tener los pies desnudos y
afianzados en ella, como hacía Joan Miró cuando pintaba. La tierra, bajo tus
pies es lo que te hace sentir la autenticidad de la vida, de todo tu ser. Es
por eso que el hombre que crea, no necesita más dioses que él. La tierra, le da
la fuerza que conducirá su creación y ésta elevará su espíritu. Es la fuerza de
los sentidos la que da la felicidad absoluta y se halla aquí, en París, más que
en ninguna otra parte. Siempre fue así. He aquí porqué camino tanto por esta
ciudad. Hoy precisamente, estaba pensando en ello. En mis paseos por París.
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