ISLANDIA
FASCINANTE 1ª parte
Para las vacaciones de este
verano se nos ocurrió Islandia como hubiera podido ser cualquier otro lugar “en
el que haga frío”, pero no teníamos ni idea de lo que encontraríamos allí. Así
que uno se mueve un poco descubre lo ignorante que es. Islandia, una gran isla
al norte de las Islas Británicas, cerca de Groenlandia. Una tierra volcánica,
en la que hay enormes cascadas y muchos volcanes; uno de esos volcanes provocó
un caos aéreo hace un par de años al entrar en erupción, ya que las cenizas
invadieron los cielos y tuvieron que suspenderse muchos vuelos. ¿Sabía algo
más? Pues no, nada más, me avergüenza confesarlo.
Al
llegar al aeropuerto de Keflavik, con notable retraso sobre el horario previsto
el guía, hablando correctamente
castellano y acento indefinido, nos acogió a todos los que llegábamos en el
avión, nos hizo subir al autocar y nos llevó al hotel, a las afueras de
Reykjavik. Eran las 3 de la madrugada, hora local (dos horas menos que en
España). A las 10, ya desayunados, nos vendría a recoger.
Voy a hablar de Elvar,
nuestro guía islandés. Un hombretón de 46 años, que lleva 23 viviendo en
España, concretamente en Valencia, donde tiene su “centro de operaciones”, en
frase suya. Pasa prácticamente todo el año viajando y desde la última semana de
Junio hasta la tercera semana de Agosto acompaña a los turistas españoles en el
viaje a su país. La temporada de vacaciones es cortísima, dos meses. Nos
comentó de un español que vive en Islandia y que
decía que no es el frío lo que le molesta (al parecer no baja demasiado la
temperatura) sino la falta de luz.
Elvar, para que recordásemos
su nombre nos dijo: “¿Dónde toman ustedes el café? En EL BAR ¿verdad? Pues
así me llamo.” Las distancias entre los lugares visitados son grandes pero
Elvar se las ingenia muy bien para ir explicando cosas amenas y nos instruyó
sobre Islandia. Tanto es así que no pienso buscar ninguna información en Google
o en la guía y relataré los temas sobre los que habló.
Como anécdota explicaré el
problema con el que tuvo que bregar el pobre Elvar al pretender inscribir a su
primer hijo en el Registro Civil español. Como se sabe, los apellidos
islandeses, como en general todos los escandinavos, se forman añadiendo son
al nombre del padre. Así pues, Elvar quiso inscribir a su hijo con el apellido
Elvarson. Con la primera funcionaria tuvo que dejarlo, la señora, cerrada e
inflexible, no atendió a razones: “Si usted se llama Elvar Christianson, su
hijo tiene que apellidarse Christianson. Señora, es que así sería hijo de mi
padre y hermano mío. Lo siento, no puedo solucionarlo. Al día siguiente,
otra funcionaria, también extrañada pero razonable, fue a consultar al
superior. Ese le dijo que Elvar debía hacer una declaración jurada del sistema
de apellidos en su país. Finalmente Elvar consiguió inscribir en el Registro
Civil a su hijo. A los cuatro años, que nació otro hijo, nuestro guía tuvo la
suerte de dar con la segunda empleada... ¡que recordaba el hecho! Y no tuvo
problemas. Afortunadamente era otro hijo porque ¿a qué hubiera debido
enfrentarse al tener que inscribir a la hija, hermana del otro, con un apellido
diferente: Elvardaughter?
Como lo verdaderamente
fascinante es el paisaje, haré primero unos breves comentarios sobre otros
aspectos de este país y luego me dedico al tema geográfico.
GEOLOGÍA.- Islandia está
situada en la falla que provoca el encuentro entre la placa euroasiática y la
placa americana. En el tramo más amplio la falla tiene siete kilómetros de
anchura. Resulta muy interesante asomarse a la profundidad de alguna de las
grietas. Lógicamente, por el tema de la falla, Islandia es una tierra en
constante movimiento sísmico.
HISTORIA.- Islandia era una
tierra deshabitada y a mitad del siglo IX (¡observad la de cosas que se habían
hecho ya por aquel entonces en los otros países!) unos monjes irlandeses se
trasladaron allí en busca de silencio y recogimiento. Al poco tiempo empezaron
a llegar los vikingos procedentes de la península escandinava y en el año 874
(esta fecha, no me preguntéis por qué, la recuerdo con exactitud) se
establecieron allí. Era un pueblo belicoso y luchaban unos contra otros. Los
irlandeses se retiraron y no volvieron hasta un tiempo después. Una de las
primeras visitas que hicimos fue al lugar que en su día había acogido el Parlamento.
Islandia tiene a gala haber tenido el primer parlamento de Europa, en el que
las decisiones se tomaban por acuerdos... cuando se conseguían, claro está,
que, al parecer no eran personas dóciles. Poco a poco se fue introduciendo el
cristianismo y con él una forma de vida muy diferente.
Para no alargarme mucho sólo
indicar que a mitad del siglo XIII Islandia empezó a depender de Noruega y
luego, por las alianzas y acuerdos entre los países escandinavos, estuvo bajo
el dominio de Dinamarca. No fue hasta 1944 (creo recordar) que se independizó.
CLIMA.- Un comentario de
Elvar es suficientemente ilustrativo. Nos dijo que había una persona en su
país, que era el trabajador más feliz y relajado: El hombre del tiempo. Cada
día, en las noticias de las 20 horas, salía y se limitaba a decir: Mañana el
tiempo será... variable. Ponía el símbolo del sol, de la lluvia, de las
nubes. Y lo acertaba siempre. Efectivamente, el clima es variable. Amanece
nublado, al rato hace sol, llueve a continuación, deja de llover, etc. En estos
días, entre el 10 y el 18 de agosto, la temperatura osciló entre los 9 y los 21
grados, perfecto y más con el calor que estaban sufriendo en Barcelona.
IDIOMA.-
El islandés es un idioma rarísimo, bien, decir rarísimo es una tontería, quiero
decir que no tiene raíz anglosajona y que no se entiende ni poco ni mucho.
Parece ser que, al haber estado tan aislados, su idioma ha sufrido muy pocas
variaciones desde la antigüedad. Tienen mucho interés en conservar pura su
lengua y hasta para los avances tecnológicos prefieren inventarse la palabra
(basándose en asociaciones con palabras antiguas) que adoptar anglicismos. Por
poner un ejemplo: sími es como nombran al teléfono
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