dimecres, 7 de març del 2012



Renata Tebaldi y La Boheme

El 11 de noviembre de 1954, asistí por primera vez a una representación de ópera en el Teatre del Liceu (entones Teatro del Liceo). Se representaba La Boheme de Giacomo Puccini. Fue una jornada muy especial, por varias razones y muy importantes. En primer lugar porque fue una jornada de homenaje a Renata Tebaldi organizada por los entusiastas tebaltistas. Unos días antes había llegado en tren a Port Bou procedente de Italia. Los tebaltistas fueron a recibirla y le llenaron el compartimento de flores y con ella regresaron a Barcelona. Eso por un lado, por el otro, yo era un forofo de la Tebaldi a mis 14 años. El año 1953 estuve siguiendo sus exitosas intervenciones en el Liceu por la radio. Me gustaba mucho la Tebaldi. En 1954, mi padre me compró una entrada para ir a verla en La Boheme. Ocho días después yo cumpla los 14 años y ese fue su regalo. Fue un gesto que me ilusionó y siempre le agradecí. Él sabía de mi afición. Era una entrada del 5º piso, entrada general, en aquellos momentos no se podía permitir más gasto. Un amigo suyo, con el cual me unía mucha amistad, y con el que siempre hablaba de ópera y música clásica me explicó que tendría que hacer cola en la calle San Pablo y subir corriendo las escaleras hasta el 5º piso, que debía ir temprano a hacer cola, de lo contrario estaría de pie toda la ópera. Corrí cuanto pude, pero los grandullones asiduos llegaron antes que yo. Y tuve que conformarme con estar de rodillas con los brazos apoyados en la baranda para que tuvieran visibilidad los que llegaron tras de mi. El teatro se hundió en aplausos nada más salir la Tabaldi a escena. Hubieron varios bises y al final le llenaron el escenario de ramos de flores y cestas. Llovían flores desde todos los pisos, fue apoteósico. Jamás he vuelto a ver algo así. Ni aquí ni en la Scala de Milán. La Mimí de Renata Tebaldi era algo insuperable, por voz y por dicción.

Un señor de edad que estaba sentado, me observó y al llegar el primer descanso, me llamó y me dijo que me sentase en su butaca. Lógicamente le di las gracias pero le dije que no. (Él era mayor y no podía permitir que estuviese de pie) pero insistió y volvió a insistir), me dijo: “Yo no necesito verla, me la sé de memoria y tú tienes mucho interés y debes conocerla” Él seguía la partitura que llevaba, sin mirar al escenario. Finalmente ocupé su sitio y pude ver perfectamente la función. Fue realmente emocionante. Más aún, puesto que para mi era la primera vez que me dejaban salir de casa solo y de noche. Todo un acto de confianza por parte de mi padre. A mi madre en cambio, no le gustaba. “A la vuelta directo a casa, y si alguien te dice algo tú ni le escuches, ¿entendido?, Sí mamá. Pero una vez en la calle, por supuesto, ya había olvidado sus consejos. Parece que aún esté escuchando sus palabras.

Bien, esta vez, le pedí a mi mujer que me dejase el pase, quería rememorar, aquella efeméride. Fui un iluso ¿cómo quería comparar la Cedolins con Reanta Tebaldi?

3 comentaris:

  1. Experiència com la que tu vas viure aquell dia és de les que no s'esborren per anys que passin. Jo la primera òpera que vaig veure al Liceu va ser Pagliacci de Leoncavallo però no recordo els detalls.

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  2. Després d'això no hi havies de tornar. Ni el temps està per decorats i lluminàries ni els artistes es poden comparar. Jo, em sembla que l'any que vé em donaré de baixa perquè mai no m'acaba de convèncer.

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  3. Els que em tingut la sort d'escoltar durant anys veus meravelloses, tan masculines com femenines ens hem de quedar amb el record i els discos de l'època. Ara hi ha el que hi ha, però la música segueix.

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