dimarts, 11 de gener del 2011


TODO ES POSIBLE EN PARÍS

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Siempre nos quedará París


Entraron en un pequeño cine del Barrio Latino. La película estaba empezada, les dijeron. Da igual, respondió él. Cuando entraron, en pantalla se hallaba Humphrey Bogart, diciéndole en aquel preciso instante, a Ingrid Bergman: “Siempre nos quedará París”. Llegamos justo a tiempo, se dijeron. Por eso habían entrado en aquel cine, pura y simplemente, para escuchar esta frase. Sino la más famosa, una de las más bellas y famosas que jamás se dijeron en la oscuridad de las salas cinematográficas. Una frase, que a sus setenta años, se la hicieron suya. Sería para ellos dos, de ahora en adelante. Solo que él nunca supo recitarla, aunque lo intentó, con aquel tono de voz que le puso Bogart, y le pidió excusas. Cuando estaba a punto de terminar la película vino un acomodador y le dijo: “Señor, fuera hay un empleado del Louvre que desea hablar con usted”.

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