dissabte, 7 de desembre del 2013

NOLAN


3. Encuentro con Nolan, con sorpresa

En el fondo me sentía ridículo. Había tomado la decisión de ir a ver a Nolan y ponerlo al corriente. Estaba plenamente convencido de que él había leído mi artículo, aunque no recibiese comentario alguno por su parte. Él sabe que tiene toda mi admiración. Y esa nota de desagrado y severa crítica, tengo que hacérsela conocer. Aunque ciertamente, en el fondo, me siento ridículo, estoy seguro de que se reirá de mi, por hacer caso de estupideces como esta, como se ha reído mi secretaria, esta mañana, cuando me ha visto regresar dos veces, sin haberme atrevido a encontrarme con él. Pero esta vez sí, esta vez no daré marcha atrás. Llamaré a su puerta y esperaré paciente (es un decir), a que me abra y extienda sus brazos en señal de bienvenida, como siempre ha hecho conmigo.
—¡Hombre! ¡Que bien tú por aquí! Precisamente estaba pensando en llamarte para que vinieras a tomar café. Tengo cosas que contarte. Pasa, pasa.
Sí, era el Nolan de siempre, ofreciendo su amable hospitalidad. Eso me relajó. No mostraba enojo alguno, sino todo lo contrario. Nos sentamos en su despacho.
—Precisamente me estaba preparando un café. Ya ves, me he hecho un adicto a esa marca de ese actor de cine, ese guaperas. ¿Tomarás uno tu también? ¿Eh? Verás como te perseguirán las mujeres, como al actor, ja, ja.
Estaba de buen humor. Y eso me tranquilizó aun más.
—¿Y a qué se debe tu visita? Ahora hacía tiempo que no nos veíamos.
—Verás…—empecé lentamente, sin mirarlo, mientras removía el azúcar con la cucharilla.
—Por cierto, y perdona que te interrumpa, ¿sabías que tengo por ahí, un doble que se está haciendo pasar por mí?


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