3. Encuentro con Nolan, con sorpresa
En
el fondo me sentía ridículo. Había tomado la decisión de ir a ver a Nolan y
ponerlo al corriente. Estaba plenamente convencido de que él había leído mi
artículo, aunque no recibiese comentario alguno por su parte. Él sabe que tiene
toda mi admiración. Y esa nota de desagrado y severa crítica, tengo que
hacérsela conocer. Aunque ciertamente, en el fondo, me siento ridículo, estoy
seguro de que se reirá de mi, por hacer caso de estupideces como esta, como se ha
reído mi secretaria, esta mañana, cuando me ha visto regresar dos veces, sin
haberme atrevido a encontrarme con él. Pero esta vez sí, esta vez no daré
marcha atrás. Llamaré a su puerta y esperaré paciente (es un decir), a que me
abra y extienda sus brazos en señal de bienvenida, como siempre ha hecho
conmigo.
—¡Hombre!
¡Que bien tú por aquí! Precisamente estaba pensando en llamarte para que
vinieras a tomar café. Tengo cosas que contarte. Pasa, pasa.
Sí,
era el Nolan de siempre, ofreciendo su amable hospitalidad. Eso me relajó. No
mostraba enojo alguno, sino todo lo contrario. Nos sentamos en su despacho.
—Precisamente
me estaba preparando un café. Ya ves, me he hecho un adicto a esa marca de ese
actor de cine, ese guaperas. ¿Tomarás uno tu también? ¿Eh? Verás como te
perseguirán las mujeres, como al actor, ja, ja.
Estaba
de buen humor. Y eso me tranquilizó aun más.
—¿Y
a qué se debe tu visita? Ahora hacía tiempo que no nos veíamos.
—Verás…—empecé
lentamente, sin mirarlo, mientras removía el azúcar con la cucharilla.
—Por
cierto, y perdona que te interrumpa, ¿sabías que tengo por ahí, un doble que se
está haciendo pasar por mí?
què bé, la història continúa.
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