Todos, como cada año, sentados alrededor de la mesa. Els galets, el pavo, los turrones, les neules, el cava y el brindis,
deseándonos salud y felicidad, como cada año una vez más. Y como cada año, la
pesadez de estómago y el dolor en las nalgas de estar tantas horas sentado. Sí
queridos míos, eso es la Navidad. La Navidad del burgués (que el que fa es,
menjar, jeure i no fer res). Sonrisas de oreja a oreja, simular una gran
alegría, repartiendo pequeños regalos cagados por el Tió. Ah! Cuán lejos está eso de la realidad. Todos esconden la
deuda de la hipoteca, el gasto del “cole”, las deficiencias y encarecimiento
del servicio de la salud y la enseñanza. Una realidad que está cercenando a
demasiadas familias. Una brutal crisis que tiene atenazada por el cuello a la
clase trabajadora y eliminando a la que fue, la clase media. La Navidad de la postalita,
la de calendario, la de las películas de antaño, solo existe entre la clase
alta, los estraperlistas, los políticos y los banqueros. Esos, sí tienen su
opulenta Navidad.
¿Qué tal? ¿A qué suena a película de Frank Capra?
Aquellas películas que cada año emite TVE. Seguro que habréis visto alguna este
año o en anteriores. Seamos sinceros, nadie se escapa. Pero algo de lo que
llevo escrito, aunque suene a folletinesco y demagógico, respira realidad. Y es
que no lo puedo evitar, se me ocurren esos textos a la que empiezo a sorber la
sopa, siguen con el segundo plato y cuando llego al postre, que nunca consigo
comer, estoy de una mala leche que nadie me aguanta. Este año, por eso, he
decidido simular estar indispuesto, retirarme y echarme en la cama. Por suerte,
al rato quedo dormido. Y entonces aparecen Bing Crosby, Vera-Ellen, Danny Kaye
y Rosemary Clooney, cantando “Navidades Blancas”, en inglés por supuesto. Sí, entro
de pleno en la Navidad, una Navidad como la que soñaba de pequeño. Una Navidad
convertida en un musical americano. Estoy dormido, mientras los demás se hallan
con el turrón en la mano y una copita de licor. Yo sonrío, sin darme cuenta de
ello. Una malvada sonrisa que sabe de la falsedad de aquellas alegrías de
sobremesa. Alegría bien intencionada, eso nadie lo duda, todos lo aceptan, pero
a sabiendas que es de corta durada. Cuando pongan de nuevo el pie en la calle,
aparecerá la cruda realidad, con música de fondo de villancicos y grandes
luminosos llenos de colorido, los escaparates, convidarán a gastar ese dinero
que nadie tiene, tentando con grandes descuentos.
En fin, aunque no lo parezca, estoy haciendo grandes
esfuerzos para escribir una emotiva página de Navidad. Pero eso del amor y la
alegría navideños, esta visto que no se me da. Así que será mejor dejarlo aquí,
que suficiente trabajo me ha llevado. Y aunque os parezca grotesco o cínico por
mi parte, os aseguro que es absolutamente cierto mi deseo de que, a pesar de
todo, hayáis vivido una feliz Navidad.
Gràcies, Rafael. Jo, que he fet el mateix que tu però sense anar-me'n a dormir la migdiada, he passat un feliç nadal. Molta família, sopa, pollastre, torrons i cava...i molts riures, petons i abraçades. Se quina és la crua realitat però...ho sento, a mi m'agraden aquests dies. Bon Any, malgrais tout, que diuen els francesos.
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