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2. Fue al estudio y cogió la carpeta de los
dibujos. Antes de abandonar la estancia, corrió la cortina a fin de evitar el
sol tan rabioso que entraba por la ventana a aquellas horas. Dio una ojeada al
exterior, todo seguía igual, la misma imagen de siempre, la viuda otoñal que
enviudó joven, sentada en el balancín, frente al ventanal, con el gato a sus pies
removiendo un ovillo de lana, mientras ella leía. En la redonda ventana de al
lado, una criada, ya mayor, repasaba la ropa de su señora. Parece que no pasen
los años por este barrio, pensó, y tiró definitivamente de la cortina.
CONTINUARÁ…
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