LOLA
MONTES
De nuevo aquí después de comiquear (mirar, comentar, discutir,
observar, admirar, debatir, comprar, hasta llegar al agotamiento), regreso a
mis películas con música clásica que en estos casos no hay que confundir con
películas musicales. Hoy quiero hacer un pequeño paréntesis hablando de un caso
especial: el film de Max Ophüls “Lola Montes” (interpretado por Martine Carol,
Anthon Walbrook, Peter Ustinov, Ivan Desny y Oscar Werner). Varias fueron las razones
que me llevaron a verlo: su director la primera, los actores y pensar que
podría escuchar la música de Franz Listz, pero en su banda sonora solo un
pequeño corte de piano. Lola Montes no fue la amante del compositor, más bien
todo lo contrario, ella cogió como amante al músico, hasta exprimirlo,
aprovechándose de su juventud e inexperiencia en las lides del amor, dejándolo
exhausto y dedicarse después a conquistar al rey Luís I de Baviera. Lola Montes
recorrió toda la escala social, empezando desde muy jovencita, desde abajo
hasta el rey. Pero al llegar al monarca sufrió el ataque de la corte, empezando
por los más conservadores, que lograron al final defenestrarla, terminando su
vida enferma y exhibida como un animal exótico en un circo. Trabajó en un circo de
Nueva Orleáns (Luisiana), donde realizaba un número acrobático mientras el
maestro de ceremonias (Peter Ustinov) narraba al público su escandalosa vida. Era
exhibida en una jaula de oro. Una excitante vida la de esta hermosa mujer que
le permitió a Max Ophüls realizar su última película y quizá la más importante.
Pero topó con la incomprensión de la productora que no supo ver la obra de arte
que tenía entre manos, realizando a espaldas del director un montaje que creyó
más acorde con los gustos del público y redujeron su metraje. Se equivocaron. Y
desesperaron al cineasta. Dos años después sometido a la presión de la crítica
y los productores llegó a renunciar de su autoría, sufriendo una crisis
cardíaca que lo llevaría a la muerte. Para más inri aquí en España la censura
acabó de destrozarla obligando a una serie de cortes que terminaron, entre unos
y otros, por hacer imposible su comprensión. La crítica del momento se cargó la
película, achacándolo a la edad del director. Dijo de ella que no se entendía
nada. Y tenían razón. Asistí al estreno en el cine Arcadia de la calle Tuset y
aquello no tenía ni pies ni cabeza. Pero alguien sabía del desespero de Ophüls
ante tamaño desaguisado fue el productor Pierre Braunberger que compró allá por
1967 los derechos de la película y produjo una versión más parecida a la
concepción de Ophuls. Pero no es hasta 2008 cuando la Cinematheque Française empezó
a rastrear archivos, hasta dar con el guión técnico y realiza un extraordinario
trabajo de restauración y reconstrucción, fiel a los deseos de su director, con
los colores, el sonido y el montaje original. El resultando fue el que todos
esperábamos del realizador alemán. Así fue como conocimos el esplendoroso
montaje de aquella obra de arte en CinemaScope. Y se estrenó de nuevo. Aquello
fue un deleite que volverí a ver en la Filmoteca, después de su estreno, otras dos
veces, y finalmente compré el DVD remasterizado con el metraje completo.
Esperaba oír música clásica, pero la historia de Lola Montes con el compositor
fue lo menos interesante del film, pero por lo menos me sirvió para descubrir
una verdadera obra de arte.
Molt bona la diferenciació que fas de pel·lícules de música clàsica amb les de pel·lícules musicals. una vergonya les mutilacions de la censura, com en aquest cas que expliques.
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