Encontré a
Nolan en una representación
de Miss
Saigón
Me resulta imposible no
dejar nota de mi casual encuentro con mi viejo amigo Nolan. Fue durante mi
última incursión en el Londres de los musicales, la tarde del pasado sábado. Tenía
cita en el Royal Drury Lane, estaban representado una reposición de “Miss
Saigon”, había sacado entradas para la sesión de las 19,30, esta vez no era una
producción de Cameron Mckintosh, como lo fue la anterior que yo vi en 1989,
pero me atraía volver a escuchar la partitura de Claude-Michel Schönberg, pero
me inquietó la presencia de Nolan en el teatro. Nos saludamos efusivamente.
¡Cuánto tiempo amigo mío! Si, era cierto, habían pasado unos cuantos años desde
la última vez que nos vimos.
—Por cierto, ¿descubriste
el autor o autora del crimen de aquella mujer que apareció muerta, tras mucho
tiempo, en su apartamento junto a la bolsa de la compra?
—Por descontado amigo,
¿acaso dudabas de mi empeño en conseguirlo?
No había cambiado, seguía
igual. Todo un ejemplar de soberbia, en cuanto se le tocaba el tema
profesional. Seguimos hablando un buen rato mientras nos dirigíamos a nuestros
asientos en platea. Yo intentaba llevar la conversación hacia la posibilidad de
que me explicase qué hacía él en el teatro.
—¿Te has aficionado a los
musicales? O ¿Ya lo eras? Aunque, a decir verdad, no recuerdo que fuese esa tu
afición en aquellos tiempos ¿O me equivoco?
—Sabes perfectamente que no
te equivocas y estás impaciente por saber qué hago yo aquí en la platea del
Drury Lane, ¿no es cierto?
—Pues sí— nunca he sido un
lince en cuanto a diplomacia se refiere.
—¿Conoces la obra me
imagino?
—Por supuesto.
—Y ¿no creerás que he
venido para comprobar, hasta que punto es un plagio de la Madama Butterfly de
Puccini?
—Me imagino, tampoco eres
un aficionado a la ópera.
—Exacto.
—¿Entonces?
—Vengo por lo del
helicóptero.
—¿Estás investigando la
caída del helicóptero ese?
—Exacto.
—Ahora se entiende.
—El ¿qué?
—El hecho que estés tu
aquí.
—¿Más tranquilo?
—Tampoco es que estuviese
intranquilo, pero sí intrigado. No me cuadraba tu presencia en el Drury Lane.
—Pues aquí estoy. Ahora
entre nosotros: ¿Vale la pena ver la obra?
—Ya me extrañaba a mi que
te interesaras por un musical. ¿Acaso no sabes que se trata de los mismos
autores de “Los Miserables?
—Pues no, no lo sabía.
—Bueno, bueno, buen, será
mejor que me explique eso del helicóptero.
—El mes pasado tuvieron que
parar las representaciones ¿no te enteraste?
—Sí, es cierto. Dijeron que
hubieron problemas con el helicóptero. Lo recuerdo.
—Bien, pues es ahí cuando
entro yo en escena. No está claro que fuese un problema de la elevación del
aparato. En realidad cayó y resultaron heridas dos personas. Una fue la
protagonista, aunque fue leve. Interrogué a la compañía y fue Johnathan Pryce
quién soltó una posible pista.
—Contigo, todo son
sorpresas.
—Por lo visto nadie sabía
que la muchacha era asediada por un ex amante. Un tramoyista con el que tuvo un
affair esporádico. El único que se enteró fue Pryce, pero no dijo nada. Me
contó que la pareja tuvo una fuerte discusión aquella mañana y sospechaba que
el accidente podría tener relación, podría ser una venganza. Hoy hace un mes de
aquello, la pareja no se habla, ella lo esquiva, todo lo que puede. Esta mañana
él la intentó retener cogiéndola del brazo y ella se desprendió de él y echó a
correr. Y hasta aquí. Bueno ahora te dejo, espero y deseo que puedas disfrutar
del espectáculo. Yo voy a colocarme entre bastidores.
Gracias a mi amigo Nolan,
la representación se convirtió en un musical de suspense. De haber vivido
Hitchcock lo habría llevado al cine. El asunto era preocupante. En realidad,
“Miss Saigon” era una versión moderna de la ópera de Puccini, eso era sabido de
todos y la obra termina muriendo Batterflay. El amor y la desesperación final
de la geisha que es abandonada por el oficial americano, padre del niño de ella,
que pretende llevarse a su país. En el musical no pasaba en Japón, sucede en
Saigón y la geisha es una prostituta vietnamita. El oficial es un marine
americano que se repatriado con las tropas, abandonando Vietnam. Ella se
quedará. El pueblo vietnamita tratará se huir, subiendo en los helicópteros.
Esa escena iba a ser clave. De pronto para mi, toda mi atención se centraría en
esa escena, ya de por sí espectacular. El teatro a llenarse de un ensordecedor
ruido de helicópteros, un aparato entre la niebla batía sus hélices. Los focos
en la noche lo envolvían todo. La música luchaba por hacerse paso entre el
griterío de vietnamitas y marines. El aparato se alzó de nuevo como otras
noches. La muchacha quedaba en el suelo junto a su hijo. ¡Y volvió a suceder!
El helicóptero se precipitó sobre el escenario, entre los gritos del público.
Me levanté del asiento, como si un resorte me hubiese expulsado de él. El telón
de seguridad bajó rápido. El personal del teatro pedía al público abandonara la
sala. Todo era confusión. Me lancé hacia la puerta que da entrada al escenario.
Evidentemente me cortaron el paso. Pero dije sin pensármelo dos veces: “Soy el
ayudante de Nolan”. Eso me abrió la puerta de inmediato. Entré decidido,
apartando al personal que se cruzaba nerviosamente ante mi.
—¿Dónde estáNolan?
—¡Al fondo! —dijo alguien.
Allí estaba, arrodillado
junto al cuerpo de Miss Saigón.
A pesar de la vigilancia,
alguien había logrado provocar el accidente.
—Nolan, ha llegado su
ayudante —le dijeron.
Nolan levantó su rostro
extrañado y cuando me vio dijo:
—Esta vez lo ha conseguido.
—¿Lo habéis cogido?
—Se ha esfumado, pero no
tardará en caer en nuestras manos. Todo Scotland Yard, está buscándolo.
Johnathan Pryce se hallaba
consternado junto a la muchacha, retenía su mano entre las suyas.
—De nuevo el destino de
Butterflay, —repetía.
—Se equivoca —dijo Nolan—
esta vez ha muerto Miss Saigón.
—Quienes piensen que aquí
se acaban las representaciones se equivocan. El espectáculo ¡must go on! Se lo
debemos a nuestra compañera —fueron palabras del director de escena,
conteniendo la indignación.
Me despedí de Nolan dos
días después, ya habían detenido al asesino. Regresé a Barcelona, con mal sabor
de boca, esta vez. Pero Nolan me dijo antes de embarcar: Nos veremos el día del
estreno, Miss Saigón se alzará de nuevo, ya oíste. Esas palabras resonaban en
mi cabeza, mientras veía como Londres se alejaba a mis pies.
Rafael Rodríguez-Bella
“MISS SAIGON”
Se estrenó en el Theatre
Royal Drury Lane el 00 de diciembre de 1989 y bajó el telón en 1999, con más de
4.000 representaciones.
Ahora regresará a los
escenarios el próximo 3 de mayo de 2014 en el Prince Edward Theatre, con una
nueva producción de Cameron Mackintosh.
Com m'ha agradat trobar-te aquí i quants records llunyans però encara molt presents. Una abraçada.
ResponEliminaSigui quina sigui la pulsió d'explicar-nos aquesta història, estic encantada de saber de l'amic Nolan després de tant temps. Ara que he estat tantes vegades a l'aeroport en els últims dies he pogut comprovar que ja no queda rastre dels nostres altres no-nats personatges. Per això em fa molta il·lusió aquesta resurrecció inesperada.
ResponElimina