EL MIRADOR
La guillotina es ahora la televisión. Gadafi se ha expuesto ante una cámara, ha decidido salir por televisión: está muerto.
Gadafi, iracundo y descompuesto como un tertuliano encendido, ha certificado con esta aparición televisiva su defunción como líder de su país. Gadafi ha escrito su necrológica con una cámara de televisión. Ha expuesto su impotencia, ha difundido su pataleta de derrotado de televisor en televisor, para que lo sepa su pueblo y lo sepa el planeta. Se ha condenado. Quién de verdad manda, no sale en televisión. Y menos todavía llega al “set” de su defunción en un carrito de golf –en un “tiranomóvil”– tan lastimoso, y luego se aleja en el mismo patético vehículo, jaleado por cinco o seis mamporreros que corretean alrededor del trasto.
A los autócratas de antaño, cuando al pueblo se nos hinchaban los hartazgos, les rebanábamos el pescuezo en la guillotina. La guillotina, ahora, es la televisión, y resulta que la acciona el propio tirano, ¡chas!: ver a Gadafi reclamarse nieto de su abuelo camellero y airear su vocación de mártir, equivale a su autodegollamiento.
Si hablas de tu propia muerte en televisión, estás hablando ya como cadáver voluntario: te sientes ya fiambre. Gadafi ha elegido incluso mausoleo (aquella vieja residencia bombardeada por Reagan, que seguro repara cada año para mantener su aspecto), y no saldrá ya de estas ruinas: la televisión le ha clavado a ellas como una chincheta clava a una mariposa muerta en un corcho.
¿Quién querrá ponerse al lado de un muerto, más allá de algunos mercenarios sin escrúpulos, bien untados? ¿Qué sentirán los libios, maltratados y empobrecidos por la política autocrática del tirano, al ver aullar a su torturador en la pantalla? ¡Querrán perderle de vista más que nunca y cuánto antes, por supuesto!: querrán cambiar urgentemente de canal sociopolítico, de canal vital.
El pueblo libio ve a Gadafi por televisión con sus túnicas barrocas, sus pliegues exagerados, sus turbantes manieristas.., y seguro que se averguenza y desespera, porque es un pueblo que ya ha visto televisión, y que por eso quiere lo mismo que ve en la televisión que nosotros tenemos.
Y yo veo a un pueblo de jóvenes que se manifiestan en chándal, que visten a la occidental, y así voy entendiendo que su vocación no es –de entrada– la del extremismo islamista: a base de verlos rebelarse por televisión, entiendo que están hartos de imposiciones inhumanas, y que lo que quieren es libertad, bienestar, calidad de vida, sustento y diversión.
Y dejar de ser los callados comparsas de ese fantoche chillón y delirante de la tele.
Avui, la portada del Periòdico amb en Gadafi al mig dirigint-se al "seu poble" i envoltat de fotografies de pancartes, manifestants i morts és impagable! No hi haurà ningú que li engegi un tret a aquest boig. Inch Al·là!!!!
ResponEliminaVaig llegir el reportatge de V. Amela ahir i el vaig trobar precís, està bé que l'hagis introduït al bloc.
ResponEliminaCom és que el vas llegir ahir i es publica avui? Tens "contactes"?
ResponEliminaJo no l'havia llegit perquè La Vanguardia, com molts dies, se'm va quedar a mig fer. Fantàstic!
ResponEliminaM'ha agradat allò del turbant manierista perquè jo no vaig saber posar l'adjectiu. Per què tantes vegades hem de dir ¡Mama, por!?