I
Iniciación a la ópera
Días atrás, se habló en este blog, de La Boheme, la famosa ópera de Giacomo Puccini, y yo escribí sobre la memorable representación en el Liceu de Renata Tebaldi. Esta circunstancia me hizo recapacitar sobre la formación musical que tuve en mi juventud. Totalmente autodidacta, por descontado. Algo que siempre he tenido asumido, pero que ahora me he detenido a pensar, en cómo fue realmente desarrollándose, dado que en mi familia nadie hablaba de música, con la excepción de mi padre, aficionado a la zarzuela, género que siempre me desagradó, con algunas excepciones, todo hay que decirlo, como “Doña Francisquita”, “La tabernera del puerto”, y alguna canción suelta de “Molinos de viento”, y “La viejecita”. Con el tiempo fui analizando el por qué de mi rechazo a este género. En primer lugar, creo sinceramente que fue algo generacional, no soportaba tener que escuchar cada día algo que a mi padre le encantaba y no paraba de alabar. Siempre consideré que era un género populachero y sobre todo no soportaba la carga chulesca que contenían aquellas obras, típicas del gusto madrileño. De modo que ante ese panorama pronto me desconecté y elegí mi propio camino en cuanto a gustos musicales y para ello no tenía más remedio que abastecerme de dos canales: la radio y el cine.
La radio fue una batalla continua por conseguir escuchar el programa de la Radio Nacional: “Música Clásica” y las retransmisiones desde el Liceu. Un terreno que tuve que conquistar. En cuanto al cine, no había problema, puesto que era yo quien decidía, desde bien jovencito, lo que había que ir a ver y lo que no.
Cuando hablé de Renata Tebaldi (en aquellos años aún no conocía a María Callas. Cuando la descubrí, ésta sustituyó a la Tebaldi), estaba refiriéndome a los años cincuenta. Esa fue la década que marcó mis gustos musicales, entraron Mario del Mónaco, Beniamino Gigli, Mario Bergonzi, Manuel Ausensi, Alfredo Kraus, Kirsten Flagstad, Joan Shutherland, etc.
Durante 1953 seguí las actuaciones de la Tebaldi en el Liceu a través de la radio. En 1954, año de aquella maravillosa e irrepetible Boheme, la volvimos ha oír en “Aida”, la versión cinematográfica, donde prestó su voz, mientras que el físico lo puso Sofía Loren, pero ya hablaré de ello en su momento. Quiero empezar a hablar de aquella década justo desde el inició: 1950, año que abrió el gusto por el cine operístico con la producción de la MGM “El gran Caruso”.
CONTINUARÁ…
Et seguirè amb gust, ja saps que també m'agrada la música; també com tu sóc autodidacta, tot una petita estada en una coral del Mestre Colomé que vaig deixar al treballar.
ResponEliminaBé, per a en Rafael ja arriba la primavera i comença a treure unes fantàstiques fulles musicals!
ResponElimina