“La muerte y la enfermedad en el arte”
Una reflexión, después de ver la exposición “PICASSO VS. RUSIÑOL”.
Existe una zona en la obra de los pintores modernistas donde la enfermedad, la miseria y el deterioro del cuerpo, se hace presente. Es más, son el tema de la obra. Es una visión realista del ambiente en que vivía buena parte de la población y de la cual, los artistas no quedaban excluidos. No todo era éxito, lujo y complacencia, en aquella época tan mitificada. La miseria, en la que estaba instalada gran parte de la población, y que inevitablemente conllevaba la enfermedad, también aquejaba a los artistas, ya fuesen pintores, compositores o poetas, llegando incluso a formar parte de sus temas pictóricos.
Picasso, Nonell, Rusiñol, Munch, Casajemas, Lautrec, retratan escenas con amigos en el lecho de muerte. En algunos casos con un verismo dramático sobrecogedor. Familiares y amigos rodeando al moribundo. Hospitales desapacibles y tétricos. Entierros y despedidas en cementerios, con el féretro presente. Aflicción, desespero, viudas vestidas de negro de pies a cabeza, niños llorando. Es la otra cara de la época modernista, donde no existen las flores ni las orlas. Donde no hay damas hermosas, elegantemente vestidas y enjoyadas. Tampoco se hallan presentes las cocottes exuberantes. Aquí la fiesta ha concluido. No existe. Pudiera interpretarse incluso como el resultado de tantos excesos. La bebida: la absenta, tan perniciosa para la salud y tan implantada entre las clases populares de la época. El sexo: la proliferación de burdeles, cita obligada de artistas, punto clave de la enfermedades venéreas y la sífilis que tantos estragos hizo. La droga: el opio o la morfina que llega a ser tema de un cuadro de Rusiñol. Él mismo fue un gran consumidor de morfina, al acostumbrarse a ella debido a padecer enfermedades. Rusiñol no duda en mostrar a la mujer bebiendo o consumiendo drogas. Es el lado oscuro de la Belle Epoque, del cual no dudan en explicitarlo los artistas del momento, mostrando la cruda realidad: ese hambre de las clases más bajas de la sociedad que conllevan la enfermedad y con ella el uso de la droga. La clase burguesa también se droga, pero en muchos casos como símbolo de esnobismo.
Todo este panorama se halla reflejado en pinturas que podemos hallar en los museos si sabemos mirar. No están, por descontado, a primera línea, pero están ahí, para quien quiera verlas y hacerse una idea de la realidad de una época: falta de higiene y recursos médicos y hospitalarios. Si observamos atentamente esos lienzos veremos calles sin adoquinar, con charcos de agua sucia, heces de animales. Casas construidas de madera, viejas, mal acondicionadas, empapeladas de tristes tiras de viejos estampados. Palanganas y jarros de agua para el aseo personal en dormitorios. Baldes donde voluptuosas mujeres hacen su higiene personal. Orinales, vasos de noche. Animales, como los cerdos, entre gallinas y perros, por las calles, conviviendo con los niños. Es la parafernalia previa a la enfermedad y la muerte. Nada que ver con la otra imagen servida hasta saciedad de la vida nocturna, música, mujeres hermosas elegantemente vestidas, hombres de frac, cocheros esperando en la puerta de los hoteles. De romances, de artistas de éxito en los teatros, de literatos, de lujosos ambientes, imágenes que no han dejado de exhibirse y que han prevalecido hasta nuestros días.
Rafael Rodríguez-Bella. 9 julio 2010
Una reflexión, después de ver la exposición “PICASSO VS. RUSIÑOL”.
Existe una zona en la obra de los pintores modernistas donde la enfermedad, la miseria y el deterioro del cuerpo, se hace presente. Es más, son el tema de la obra. Es una visión realista del ambiente en que vivía buena parte de la población y de la cual, los artistas no quedaban excluidos. No todo era éxito, lujo y complacencia, en aquella época tan mitificada. La miseria, en la que estaba instalada gran parte de la población, y que inevitablemente conllevaba la enfermedad, también aquejaba a los artistas, ya fuesen pintores, compositores o poetas, llegando incluso a formar parte de sus temas pictóricos.
Picasso, Nonell, Rusiñol, Munch, Casajemas, Lautrec, retratan escenas con amigos en el lecho de muerte. En algunos casos con un verismo dramático sobrecogedor. Familiares y amigos rodeando al moribundo. Hospitales desapacibles y tétricos. Entierros y despedidas en cementerios, con el féretro presente. Aflicción, desespero, viudas vestidas de negro de pies a cabeza, niños llorando. Es la otra cara de la época modernista, donde no existen las flores ni las orlas. Donde no hay damas hermosas, elegantemente vestidas y enjoyadas. Tampoco se hallan presentes las cocottes exuberantes. Aquí la fiesta ha concluido. No existe. Pudiera interpretarse incluso como el resultado de tantos excesos. La bebida: la absenta, tan perniciosa para la salud y tan implantada entre las clases populares de la época. El sexo: la proliferación de burdeles, cita obligada de artistas, punto clave de la enfermedades venéreas y la sífilis que tantos estragos hizo. La droga: el opio o la morfina que llega a ser tema de un cuadro de Rusiñol. Él mismo fue un gran consumidor de morfina, al acostumbrarse a ella debido a padecer enfermedades. Rusiñol no duda en mostrar a la mujer bebiendo o consumiendo drogas. Es el lado oscuro de la Belle Epoque, del cual no dudan en explicitarlo los artistas del momento, mostrando la cruda realidad: ese hambre de las clases más bajas de la sociedad que conllevan la enfermedad y con ella el uso de la droga. La clase burguesa también se droga, pero en muchos casos como símbolo de esnobismo.
Todo este panorama se halla reflejado en pinturas que podemos hallar en los museos si sabemos mirar. No están, por descontado, a primera línea, pero están ahí, para quien quiera verlas y hacerse una idea de la realidad de una época: falta de higiene y recursos médicos y hospitalarios. Si observamos atentamente esos lienzos veremos calles sin adoquinar, con charcos de agua sucia, heces de animales. Casas construidas de madera, viejas, mal acondicionadas, empapeladas de tristes tiras de viejos estampados. Palanganas y jarros de agua para el aseo personal en dormitorios. Baldes donde voluptuosas mujeres hacen su higiene personal. Orinales, vasos de noche. Animales, como los cerdos, entre gallinas y perros, por las calles, conviviendo con los niños. Es la parafernalia previa a la enfermedad y la muerte. Nada que ver con la otra imagen servida hasta saciedad de la vida nocturna, música, mujeres hermosas elegantemente vestidas, hombres de frac, cocheros esperando en la puerta de los hoteles. De romances, de artistas de éxito en los teatros, de literatos, de lujosos ambientes, imágenes que no han dejado de exhibirse y que han prevalecido hasta nuestros días.
Rafael Rodríguez-Bella. 9 julio 2010
Aquesta part fosca, dolorosa i bruta de l'època, ens fa recordar molts sofriments i privacions, com dius no tot era bonic, guardo dibuixos que els Laboratoris regalaven en forma de làmines als metges i, es tal com ho descrius. Al desfer el despatx vaig quedar-me'ls.
ResponEliminaQuè interessant tot això que expliqueu!. Gràcies per les vostres aportacions. Jo, com veureu no escric res perquè el tema de la mare i la tieta ens té aclaparades. Petons
ResponEliminaLa vida és un clar-obscur, una balança que hem de procurar amb esforç que es mantingui més o menys anivellada
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