EL RÉQUIEM DE PEPITO GRILLO
Acabo de leer y ver el regalo que ha recibido mi amiga. Un aparato que esos días ha empezado a ponerse de moda entre los voraces lectores y los amantes de la última tecnología que andan muy ocupados en ser los primeros y tenerlo antes que sus amigos. Ella, mi amiga, pertenece al primer grupo, el de los voraces lectores de libros. Dice, no obstante, que seguirá comprando ejemplares en papel, Veremos si eso es cierto. La tentación electrónica será fuerte y temo por ella. Dice que tiene setecientos libros, metidos milagrosamente, en dicho aparato. Pienso que por rápida que sea leyendo, y lo es, va a necesitar mucho tiempo para leerlos. Y me pregunto ¿Esos setecientos libros son todos ellos de su interés? ¿Son setecientas firmas de primera fila? ¿De aquellas que siempre estamos hablando?
Dicho así, suena a operación de marketing. ¡Horror! ¿La literatura sometida al mercantilismo más exacerbado con una pátina de modernez, de tecnología avanzada? Pienso en esto, porque precisamente, en su último libro “Dublinesca”, Enrique Vila-Matas habla por boca de su personaje, un editor jubilado que se plantea ir a Dublín, para celebrar un réquiem por el fin de era Gutenberg, un réquiem que deberá estar relacionado con el sexto capítulo del “Ulysses” de James Joyce. Un funeral que como dice ese personaje, no solo será un funeral por el mundo derruido de la edición literaria, sino también por el mundo de escritores verdaderos y los lectores con talento, por todo lo que se echa en falta hoy en día. Pepito Grillo dixit. 1 de junio 2010.
Acabo de leer y ver el regalo que ha recibido mi amiga. Un aparato que esos días ha empezado a ponerse de moda entre los voraces lectores y los amantes de la última tecnología que andan muy ocupados en ser los primeros y tenerlo antes que sus amigos. Ella, mi amiga, pertenece al primer grupo, el de los voraces lectores de libros. Dice, no obstante, que seguirá comprando ejemplares en papel, Veremos si eso es cierto. La tentación electrónica será fuerte y temo por ella. Dice que tiene setecientos libros, metidos milagrosamente, en dicho aparato. Pienso que por rápida que sea leyendo, y lo es, va a necesitar mucho tiempo para leerlos. Y me pregunto ¿Esos setecientos libros son todos ellos de su interés? ¿Son setecientas firmas de primera fila? ¿De aquellas que siempre estamos hablando?
Dicho así, suena a operación de marketing. ¡Horror! ¿La literatura sometida al mercantilismo más exacerbado con una pátina de modernez, de tecnología avanzada? Pienso en esto, porque precisamente, en su último libro “Dublinesca”, Enrique Vila-Matas habla por boca de su personaje, un editor jubilado que se plantea ir a Dublín, para celebrar un réquiem por el fin de era Gutenberg, un réquiem que deberá estar relacionado con el sexto capítulo del “Ulysses” de James Joyce. Un funeral que como dice ese personaje, no solo será un funeral por el mundo derruido de la edición literaria, sino también por el mundo de escritores verdaderos y los lectores con talento, por todo lo que se echa en falta hoy en día. Pepito Grillo dixit. 1 de junio 2010.
Fa uns dies vaig assistir a la Biblioteca Jaume Fuster a una xerrada sobre el llibre en paper i l'electrònic impartida per en Màrius Serra. Va dir que els dos sistemes podien competir i compartir en igualtat de condicions. Jo vaig comentar això mateix que dius tu: Cal tenir 700 o 5.000 llibres, com té un cosí meu, ficats dins d'un aparell? Ell va dir que per viatjar era molt útil, argument que també defensa el meu parent. Jo vaig explicar que quan vaig anar l'any passat a Turquia em vaig dur 2 llibres "Sin noticias de Gurb" d'anada i "El somni etern" de tornada i ja en vaig tenir prou. I el fet de subratllar o plegar un extrem de la pàgina per saber per on vas? (ja se que hi ha gent que s'escandalitza però jo ho faig). Em van dir que es podia fer, t'ho imagines?
ResponEliminaPetons
Ande yo caliente... Naturalment que tt té el seu costat bo i també el dolent. Però no veig el problema. Qui pot privar-me de tenir, llegir i comprar llibres en paper i també de l'altre sistema? És que hem deixat d'escriure per tenir ordinadors o màquines d'escriure? Encara recordo quan per una lletra havia hagut de tornar a copiar una plana a màquina.Quan als problemes , diguem-ne tècnics són solucionables. I puc tenir i ordenar els llibres que jo i només jo, vulgui. I endur-me'ls tots al balancií. A sobre no pesa.
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