Barcelona
un gran cementerio
Barcelona se está convirtiendo en un gran cementerio
de la cultura. El turismo llena nuestras calles con su vulgaridad y parece que
ha venido para convertirse en parte activa del séquito de ese entierro
definitivo que está a punto de producirse.
Los síntomas de la grave enfermedad que la ciudad
padece se han ido mostrando paulatinamente, de un tiempo a esta parte.
El principal foco de infección se halla ubicado en
el seno del actual Gobierno, regentado por el PP y capitaneado por el ministro
de cultura, Wert, que aprovechan descaradamente la crisis económica que nos
afecta, para hacer limpieza ideológica. Van inoculando, tumor tras tumor,
extendiendo la enfermedad a todas las ramas de la cultura. Universidades y
escuelas son bombardeadas en su línea de flotación, con un claro objetivo: que
el acceso a las clases sea selectivo. Favorable a los más pudientes.
El malestar está asegurado. Las calles empiezan a
llenarse de descontentos. Los parados son muchos, demasiados. La policía está
preparada para actuar cuando aparezcan las consignas contra el gobierno.
Y mientras, las empresas dedicadas al bien cultural,
al igual que las demás, van reduciendo sus plantillas y desapareciendo.
Los cines cierran sus puertas, por falta de público
asistente, con el remate final de la subida del IVA al 21%. En poco tiempo han
desaparecido el Cine Rex, el Urgel, las multisalas Renoir Les Corts, y se está
hablando de las Renoir Floridablanca. El Coliseum, el Tívoli y el Club Capitol
se han readaptado, en un intento desesperado, al teatro. El Alexandra a
reducido a la mitad sus pantallas para programar monólogos cómicos en vivo. El
Maldá ofrece todas sus películas de proyección diaria, al precio de una sola
entrada. Las grandes cadenas Cinesa y Balañá emiten ópera, futbol y otros
eventos, para compensar al cine. Cinesa, los miércoles, programa los grandes
films míticos de antaño, en versión original subtitulada, a 5 euros. El 3D no
ha logrado el tirón que la industria esperaba, debido principalmente a su
elevado precio. Con una sola excepción: la reapertura del cine Boliche, con
todas las proyecciones en versión original, subtituladas en catalán, salvo las
de habla hispana.
El Teatre Nacional de Catalunya reduce sus salas y
funciones, al igual que el Liceu. Y así, a marchas forzadas se está muriendo la
ciudad. En Barcelona no existen grandes exposiciones de pintura o escultura,
eso solo puede verse en el Reina Sofía, en El Prado o en la Fundación Thyssen
de Madrid.
Y mientras, las calles de nuestra ciudad se llenan
de turistas de dudoso pelaje. Turismo masivo que arrasa y se mezcla con los
emigrantes de todas las razas. Barcelona es marca de éxito, dicen. Barcelona va
muriendo de éxito decimos. Y esas masas, van viniendo, para asistir a su
entierro. Barcelona se está convirtiendo en un gran cementerio cultural,
gracias a la vulgaridad de los gobiernos.
Rafael Rodríguez-Bella Junio 2013
Se m'en va el cap llegint alhora el que ja sé i m'agafa basca. No entenc que no es pugui fer res. És que estem tots embrutits i estupiditzats? No n'hi ha prou amb dir-ho. És la vella màximas llatinas : Facta, non verba. O sigui traduit Fets i no paraules. Som-hi?
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