Aunque sea con algo de retraso permitidme que dedique estas líneas a recordar a una mujer excepcional: María Lluisa Borrás, crítica de arte (murió el pasado 20 de enero de este año 2010). La conocí personalmente a mediados de los años sententa. Fue en el Instituto Italiano, al que yo venía asistiendo con cierta regularidad, a sus sesiones de cine club. Así me enteré de que María Lluisa Borrás iba a impartir un curso sobre arte moderno, a partir de los impresionistas, hasta nuestros días. Me apunté inmediatamente, era la oportunidad para conocer en persona, a aquella mujer, de la cual acostumbraba a leer sus críticas, siempre interesantes, combativas y amenas a la vez. La verdad era, que resultaba muy estimulante su lectura. Empecé a leerla en la revista Destino y después en La Vanguardia. Ella fue una de las fuentes principales de que yo empezara a comprender lo que una obra dice. A descubrir, cuando se establece un diálogo entre una obra de arte y su espectador. Sus escritos no eran, las acostumbradas diatribas, que no venían a decir nada. Lo que escribía estaba siempre muy bien argumentado y con una visión histórica que permitía acercarse a la obra y entender lo que realmente representaba dentro del contexto del momento y de la historia del arte. Estuvo casada con el escritor y político Francesc Vicens, el que fue primer presidente de la Fundación Miró, de cuyo patronato ella formó parte. Durante aquel curso, al que tuve la suerte de asistir, fue donde acabé de comprender, por ejemplo, y gracias a ella, de la importancia de un movimiento como Die Blue Raiter. Según me enteré después, una de sus especialidades. Así como de la obra de Francis Picabia y de Calder. Ahora, con su muerte, he sabido que también que había ejercido como comisaria, de diversas exposiciones, como la retrospectiva de René Magritte y Jean Arp. Así como del pabellón de España en la Vienal de Venecia de 1990, donde presentó a Miralda. Justo era pues que le dedicase unas líneas a quién significó mucho para mi, en un momento determinado.
Rafael Rodríguez-Bella
Rafael Rodríguez-Bella
Jo també la vaig conèixer doncs molts cops va fer la crítica d'alguna exposició del Museu tant abans com quan jo en vaig ser la directora. Era, sobretot, una persona amable, tranquil·la i ponderada. Mai no anava de diva de res i el que deia o explicava ho feia senzill i autèntic. Una part més de l'art en la vida, sense estirabots ni exclusivismes. Jo també la trobo a faltar.Maria Dolors.
ResponElimina