dimarts, 29 de desembre del 2009

Los grandes silencios.

No sé porque razón me puse a escribir sobre el silencio, esa enorme laguna que invade a hombres y mujeres. Y lo difícil y trabajoso que resulta transitar por los grandes silencios de la humanidad. Aquí no vale correr. Es como circular en mitad de un paraje cubierto por una espesa niebla, en la que nada se ve, nada se oye. Los sonidos quedan amortiguados. Las luces cortadas. Todo es silencio. Sientes que te invade una sorda quietud, húmeda, fría, desapacible. Te encuentras aislado en mitad de esta mudez. Tratas de agudizar el oído, tratas de escuchar una voz que puedas hacerla amiga y rescatarla. La respuesta, la mayor parte de las veces, es lo más parecido a la nada. Y la nada es silencio. Silencio y soledad. Eso es la noche del ser humano. Oscura. Impenetrable. Esos grandes silencios se transforman en muros donde impactan las almas, irremisiblemente aisladas. Sin posibilidad de ayuda. Una vez elegido ese camino, es casi imposible evitar el encontronazo. Y termina allí su viaje. Encerrados en sí mismos, en su mutismo. Sin esperanza. Sin sentimientos que compartir. Y te rebelas, quieres comprender, quieres saber porque surgen esos silencios que incomunican, que cierran bocas a cal y canto. Y se te hace difícil entender. Se levantan como fortalezas, firmes y seguras. Imposibles de acceder. Y la mayor parte de las veces, te estrellas ante esa mudez. Y es así, a base de muchas intentonas, cuando empiezas a creer ver, dónde empezó todo: aquella crítica fácil, aquel censurar una actitud sin haber profundizado en el porque de aquel comportamiento. Nuestra poco inteligente y comprensiva actitud les conduce al silencio. Se aíslan. Se alejan. Un día tras otro. No hemos sabido escuchar. No hemos sabido comprender. No hemos sabido ayudar. Hemos puesto los cimientos de los grandes silencios de la humanidad. Y a estos silencios puede añadirse el odio, el terror, la envidia, el desprecio… así empieza todo.
Si entendemos eso, entenderemos el terreno que pisamos. Y sólo así podremos abrir una brecha o evitar que se formen esos grandes silencios que sólo destruyen a la humanidad.

Rafael Rodríguez-Bella Barcelona 29 de diciembre 2009

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