diumenge, 29 de novembre del 2009

El arte de la novela II

“El arte de la novela II”.

Cuando escribo, me digo algo que una vez leí: “Hay que dejarse arrastrar por el mundo imaginario (con referencia a la novela) y confundirlo de tanto en tanto con la realidad”. Esto ha venido a mi mente, leyendo los escritos de Kundera, sobre la larga tradición del realismo psicológico, al que le concede haber creado, con el tiempo, algunas normas casi inviolables: 1) Hay que dar el máximo de información sobre un personaje: sobre su apariencia física, su modo de hablar y de comportarse; 2) Hay que dar a conocer el pasado de un personaje, porque en él se encuentran todas las motivaciones de su comportamiento presente; 3) El personaje debe gozar de una total independencia, es decir que el autor y sus propias consideraciones deben desaparecer para no perturbar al lector, quien quiere rendirse a la ilusión y considerar la ficción una realidad.
De manera que, cuando escribo, trato por todos los medios de hallar esa vida interior e independiente que deben tener los personajes. Y para ello, una vez hallé una lista de códigos existenciales que siguiéndola permite crearlos más fácilmente. Son diversos términos que tienen un peso específico para poder profundizar en el carácter de ese personaje que trato de crear (algunos de estos códigos también los enumera Kundera), y son: la mujer o el hombre, la fidelidad, la traición, el erotismo, la acción, el cuerpo, la debilidad, la música, la oscuridad, la luz, la belleza, el amor, la tierra, el cementerio, la fuerza, lo abstracto, la tristeza, la ternura. Con el tiempo he ido añadiendo algunas que he creído necesarias para trabajar o que, por lo menos, a mi me han ido muy bien. Todas ellas me permiten rastrear la forma de ser de este individuo que pugna por salir de mi pluma, con el deseo, como dice Kundera, de que sea tangible y palpable, y yo añado: para que sea creíble.


Rafael Rodríguez-Bella Sábado 28 de noviembre de 2009

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